martes, 23 de abril de 2013

"Mi héroe" 3ª parte





irme con la manita de mi hermana entre mis manos. Pero, era evidente que aquello no era un mal sueño, era la realidad, la que mi padre había elegido para mi, pensando que de esa manera viviría una vida mejor que la suya, ya que en el pueblo el único futuro estaba en el campo. Quería que conociera mundos distintos, que aprendiera a hablar como la gente de ciudad, que aprendiera bien el oficio y me pudiera valer por mí mismo. Ahora casi en el final de mi vida pienso muchas veces que se equivocó, que mi felicidad estaba en el pueblo al lado de ellos, pero por otro, pienso también que acertó de pleno, pues  la vida es tan imprevisible, da tanta vueltas que nunca se sabe lo que puede  pasar y en aquel tiempo nadie, ni por asomo, podía sospechar lo que se nos avecinaba, una guerra fraticida que si me hubiera cogido en el pueblo, ahora sería poco probable que estuviera aquí.

Por fin el carro paró y me vi de pie en la carretera, frente a una tienda preciosa, grande, como jamás creí que existieran, !que diferencia con la de Manolita, del pueblo! Una puerta con dos alas mitad madera y en la parte superior cristal, por ellos se podía entrever un gran mostrador flanqueado por dos balanzas blancas y al fondo, hileras de estanterias que llegaban hasta el techo cargadas de latas apiladas de conservas, botellas de vino y licores, cajas de infusiones, cafe de Colombia.. A un lado de la puerta de entrada un gran ventanal, desde dónde podía verse una gran cantidad de ultramarinos, todos colocados con gran maestría: sacos blancos rebosantes, de lentejas, de garbanzos y chicharos, tinajitas de  miel, quesos manchegos, morcillas y tocinos, huesos del puchero, latas de melocotones en almibar y conservas de caballa, de atún... y en una esquina una enorme pata de jamón. Eso -le dije al cosario- no es una ventana al uso, las ventanas del pueblo están adornadas de macetas con flores de colores o helechos o jazmines. El cosario me aclaró que a "eso" se le llamaba en la capital escaparate y que servía para que la gente que pasaba por la calle pudiera admirar la variedad y calidad de productos que se podía comprar en esa tienda, pues al resultar tan apetecibles a la vista !cuanto no sería al paladar! apremiaba a la gente a comprarlas. Cosas de la ciudad -decía- es que lo sevillanos, para esto de los negocios son "mu avispaos". Me mareé, todo me daba vueltas y el estomago me subía hasta la garganta pidiendo su ración, !había tantas cosas para comer! y casi nada de lo expuesto era conocido por mi paladar, pero seguro que todo debía estar buenísimo.

Casi desfallecido el cosario me introdujo en la tienda, alli conocí al Sr. Florian, el dueño, un señor ya mayor, que me sentó sobre un saco de patatas pues no me mantenía en pie, y a la Sr. Encarna su esposa, que viendo el estado en el que me encontraba, tardo poco en traerme un tazón de caldo que me supo a gloria. Ya algo repuesto y sin apenas atreverme a levantar la cabeza, el amo me explico que ellos vivian en el piso de arriba, pero  yo tendría que dormir abajo, en la trastienda, pues en su casa no disponian de sitio para mi. Que tendría que levantarme todos los días a las 6 de la mañana para limpiar la tienda antes de que la clientela empezara a llegar, que tendría que ocuparme de preparar y llevar a los domicilios en un carrillo los emcargos, empaquetar, hacer cartuchos, mantener las balanzas brillantes, descargar de los carromatos la mercancia y colocarla, etc., etc. y por supuesto encargarme de mi aseo personal, lavar y planchar mi ropa además de llevar siempre colocado  el babi marron que me había comprado como uniforme de trabajo.Terminó diciendóme que mi padre le habia hablado bien de mí y esperaba que no le desfraudara, que estuviera siempre atento y dispuesto para aprender y hacer las cosas bien. Sin más abrió la puerta que comunicaba con la trastienda y se despidió hasta el día siguiente.

Corrí hacia la puerta de la calle en cuanto me ví solo, con un poco de suerte podría llegar a tiempo para ver cómo el carromato que me había traido de mi pueblo se alejaba por aquella calle estrecha y oscura, se iba el único lazo que me unía a los mios y no pude evitar que las lágrimas corrieran por mis mejillas manchando a la vez el cristal de la puerta porque mi cara no quería despegarse de ella. Al cabo de un tiempo que no pude calcular si fue grande o pequeño, me volví temblando de miedo hacia la trastienda, el lugar que de ahora en adelante sería mi casa. En ella se atiborraba la mercancia: sacos apilados, botellas, latas, tinajas de aceitunas... del techo colgaban jamones, resumiendo aceite y chorizos y morcillas y un bacalao seco, y más quesos y especias de todas clase en saquitos: pimienta, orégano, tomillo, comino... el olor de toda esa variedad de productos era intenso y me molestaba, pero con  el tiempo me fui acostumbrando a él, a ese olor característico  de las tiendas de ultramarinos de la época. En un rinconcito debajo de una ventanita casi al ras del techo, habían colocado mi cama que más que una cama era  un camastro que carecia de almohada, con un colchón de "borra", las sábanas y una manta. Una caja de madera, hacía las veces de ropero y en la tapa de la misma, una vela sujeta en el gollete de una botella de vino me alumbraría por las noches, porque a pesar de que había luz electrica y una bombilla colgaba del techo, no me estaba permitida encenderla para ahorrar consumo. Una palangana blanca y una jarra de porcelana junto a un pequeño espejito en la pared servirían para mi aseo y justo al lado una puerta comunicaba con un pequeño patio cargado de macetas llenas de flores, 3 o 4 jaula de pajaritos, una pila para lavar la ropa, y al final un pequeño cuartito con un retrete, un cubo de cinc para echar agua, y un gancho que atravesaba hojas de papel de periodico. Ese iba a ser en adelante el sitio en el que viviría, lejos de los mios, de mi querido pueblo, de mi  campiña y mi arroyo."

Fue todo muy duro para él , porque a pesar de que  los dueños lo trataban bien, estaba bien alimentado,  fue probando alimentos que hasta entonces le eran desconocidos, le encantaba el bullicio de la calle,el trasiego de la gente, la chavalería jugando en la calle...,  le faltaba el cariño de sus padres, los juegos con Rosarito, las carreras por la calle Mayor tras las zagalillas, las siestas bajo un árbol en la campiña cuando a veces su padre se lo llevaba con él, la risa,  la alegría, las canciones de su madre, la banda de música los domingos en la plazuela, los baños en el arroyo mientras las mujeres lavaban la ropa, la libertad... Pero a todo se termina acostumbrando el ser humano, y él no iba a ser menos, a pesar de la añoranza, de la tristeza por lo que había dejado atrás, supo sacar lo bueno de esta situación a pesar de su corta edad. Saltaba de la cama pensando que tenía que aprender mucho, porque en el futuro cuando se hiciera mayor, soñaba con tener una tienda como aquella y de esa manera se podría traer a su familia a Sevilla, quitar a su padre del trabajo del campo y a su madre de las incomodidades y penalidades que padecía, soñaba con  conseguir que su hermana se hiciera una señorita de capital, con visitar todos juntos el pueblo en las fiestas de la patrona, y reunirse con toda la parentela. Ese era su sueño y eso le daba fuerzas para empezar cada día con fuerza su jornada de trabajo, jornada que se alargaba desde las 6 de la mañana hasta la 10 de la noche, hora en que una vez cerrada la tienda la  preparaba y ordenaba para el día siguiente.  Así todos los día de la semana incluido el domingo, solo ese día por la tarde de 4 a 8 tenía libre para salir y a sus padres los visitaba tres  veces al año, un par de días cada vez , días que apuraba hasta el último segundo en el que tenía que volver otra vez a la capital.

Así fueron pasando los dias, los meses, los años, ocho en total y se hizo un hombre, tenía el mismo caracter alegre, bromista, abierto y risueño que su madre, un magnífico don de gente y un arte para el mostrador que atraía a la gente. Aprendió el oficio a la perfección y se ganó el cariño y la  confianza de su tutor en Sevilla, el Sr, Florian, que terminó casi delegando la tienda en él por motivos de salud y la carencia de hijos. Se aficciono al cine y no había actor o actriz de la época que no conociese, ni película que no hubiera visto, entraba en las sesiones "continuadas" y agotaba el tiempo libre de los domingos viendo películas. Se hizo aficcionado del Betis, porque en la tienda desde que llegó había colgado un escudo del equipo y él que en su vida había ido a un partido de fútbol se hizo bético y hasta su muerte defendió sus colores. Intentaba todos los meses ahorrar un poco del jornal que desde hacía dos años el Sr.Florián le pagaba y comprar regalos para sus padres y "chucherias" y "abalorios" para su hermana que poquito a poco se estaba haciendo mayor. Los años de tristeza, de lucha, de soledad... iban quedando atrás y !por fin! parecía que la vida empezaba a sonreirle.

Finalizaba el año 1935. Tenía 20 años.

Continuará

domingo, 14 de abril de 2013

  • Mi  héroe nació en un pequeño pueblecito de La Campiña sevillana  en los albores del siglo xx.
Su pueblo en aquellos tiempos aparecía  como perdido en el centro de esa gran llanura que es la Campiña, casi totalmente incomunicado. Ni coches, ni  teléfonos, ni telégrafo, sólo  el carromato y la  mula como medio de transporte. Tierras pintadas de ocre, del trigo y de los girasoles, y de la  aridez de las tierras desaprovechadas,  improductivas, muertas., sólo, a lo lejos,  el paisaje se suavizaba con  la banda verde, frondosa de la  arboleda a las orillas del único río que atravesaba la zona frenando   su bajada de  la Sierra gaditana, sierra que aparecia a lo lejos como una  muralla de separación entre ambas provincias.Deslizando la vista  por el horizonte las tierras malagueñas. Pero a pesar de ser un pueblecito con una estupenda situación estratégica por la cercanía de ambas provincias, éste parecía abandonado a su suerte en medio de esa vasta llanura.
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 Vio la luz por primera vez,  en un periodo de la historia en la que el mundo se volvio loco. Los hombres se mataban unos a otros, las mujeres, niños y ancianos morían como chinches o sobrevivian padeciendo todo tipo de calamidades. Era el tiempo de la 1ª Guerra Mundial, de la Gran Guerra, en la que un gran número de paises entraron en lucha por  intereses comerciales y territoriales. España se mantuvo neutral, bastante teníamos con lo que teniamos: no había dinero, el déficit presupuestario subía como la espuma, escaso o nulo desarrollo industrial y del comercio, una situación militar anticuada y precaria, mucha hambre en el pueblo, millones de analfabetos... todo esto unido a una clase política autoritaria y corrupta (despues de casi cien años, seguimos igual) y una monarquía que no se enteraba de nada o no quería enterarse y el nulo interés de ambas clases por poner remedio, nos  llevó a lo de siempre, a una  neutralidad (yo diria que desgana) en parte obligada, pero fundamentalmente deseada.. Es decir hablando en plata, que les importaban  un pito lo que pasaba fuera de nuestras fronteras (!ay que ignorancia!)  de lo que también pasaba dentro mientras ellos siguieran teniendo los mismos privilegios, es decir,  que el mundo se mataba y aqui en España,  como si no fuera con nosotros, e inevitablemente seguiamos anclados en la Edad Media y dirigidos por señores feudales.

El 15 de Agosto de 1915, en una casucha de las muchas existentes  casi en las afueras del pueblo, nació mi héroe, !pobre niño! !que mala época para nacer y para vivir!, sobre todo si se nace donde él  nació, en el seno de una familia pobre, dedicada a trabajar el campo. Un padre campesino, trabajando bajo la  dictadura, la explotación, la avaricia de cualquiera de los tres terratenientes que acaparaban bajo su propiedad todas las tierras. A cambio,  un jornal de miseria con el que no tenian apenas ni para comer.

Aun así me contaba:

-" !Que feliz fue mi niñez". Mi madre era la mujer más alegre del mundo, reía por todo, me tuvo siendo muy joven porque en aquellos tiempos, la gente en el pueblo se casaba cuando apenas tenia 15 o 16 años. !Como recuerdo todavía despues de tantos años, su voz! cantaba y tocaba el acordeón como los angeles y cualquier fiesta, celebración o reunión familiar era buena excusa para dar rienda suelta a su pasión. Recuerdo tanto el cariño de mis padres!, las voces de los ambulantes que llegaban de la serranía de Ronda, cargados de cacharros y pregonando: tinajas y lebriños malagueñoooooos", cuando corría al atardecer a la entrada del pueblo a esperar a mi padre que volvía del campo, la escuela donde fui  y pude aprender a leer y escribir, las noches al calor del hogar escuchando la historias que mi padre me contaba de sitios lejanos y mi Rosarito, mi hermanita que nunca lloraba porque reia siempre como mi madre y los despertares en la oscuridad del cuarto cuando el sol todavía dormía, escuchando a mi padre coger los aperos del campo, entonces me volvía dormir, soñando que ya no faltaba tanto para levantarme yo también, salir en su compañía y volver casi de noche para ponerle a mi madre mi jornal en la mano... y sentirme ya todo un hombre."

Esos primeros años fueron los más felices de su vida, a pesar de que se acostaba y se levantaba con las tripas sonando por el hambre,  a pesar del frío que entraba por el techo de caña y paja de la casa en invierno, de los mosquitos, del calor agobiante del verano, de la falta de agua corriente  y lo que tenían que andar para cogerla del arroyo, de las enfermedades y lo poco que faltó para que una mala pulmonía se lo llevara para adelante porque no había dinero para medicinas, y... muchas penalidades. A pesar de todo su vida estaba llena, quería hacerse un hombre al  lado de sus padres y hermana y más tarde encontrar una mocita que le diera hijos y trabajar para ellos, en su pueblo, cerca de todo lo que para él significaba  la paz, el sosiego, la felicidad.

Pero no fue así;
"Un día mis padres me anunciaron que tenian que ir a la capital para solucionar un asunto importante. Me volví loco de alegría, quería ir con ellos, comprobar con mis propios ojossi era verdad todo lo que de la capital se contaba: los jardines preciosos, las tiendas repletas de artículos de todas clases, el rio inmenso, la Giralda que llegaba hasta el cielo, las fuentes que echaban agua a chorros, las casas con agua, los coches de vez en cuando... pero no, no pudo ser, el viaje era largo y costoso. Había que pagar al cosario que llevaba dos mulas y el dinero no daba para todos. Así que me conforme como pude, aunque lloré de rabia. Más adelante derramé muchas más lágrimas pero por todo lo contrario, por volver a mi querido pueblo junto a los míos.

De vuelta de la capital, esa misma noche, mi padre me llamó a su lado, una vez dormida mi hermana y con la seriedad característica en él, me indicó que me sentara a su lado, que teníamos que hablar. Mi madre nerviosa salio de casa con la excusa de visitar a una vecina.Y allí quedamos los dos solos, frente a frente y mirándome a los ojos, me diijo: con la seriedad con la que siempre me hablaba,  "Salvador, hijo, sé que te estarás preguntando ¿que ocurre, que he hecho mal, por que mi madre no esta aquí? Así que como  entiendo que vas dejando de ser un niño y eres capaz de comprender la situación en que vivimos y lo que nos preocupamos por los dos, entenderas perfectamente la decisión que tanto tu madre como yo hemos tomado, siempre pensando en tu mejora y en tu futuro, así que para no dar mas vueltas...  y  me explicó  que se sentía muy orgulloso porque había podido enviarme a la escuela para que me enseñaran  las cuatro reglas y a leer y a escribir porque de esa manera me podría defender en la vida sin que nadie me engañara, que no  quería que cuando tuviera 30 años aparentara 50, porque el sol del campo en verano,  achicharra la cara y resquebraja la piel arrugándola antes de tiempo, y los ojos se encogen, se achican incapaces de absorver tanta luz solar y la garganta se tprna áspera por la sequedad que se traga de la tierra, que  en invierno, el frío del amanecer cala hasta los huesos y  se vuelven frágiles prematuramente  de absorver tanta humedad y duelen, las manos y la nariz apenas se sienten de puro frío y la pulmonía te acecha continuamente y solo sueñas en que la jornada termine pronto y puedas llegar a tu casa y arrimarte al calor del carbón. Y yo y tu madre hijo, no queremos eso para tí. Buscamos otra cosa, una vida mejor que la nuestra, que no tengas que vivir tantas calamidades, tanto sufrimiento, que tengas un trabajo lejos de la dureza de la tierra y que te permita vivir mas dignamente y para eso, par conseguir nuestro propósito tienes que salir de aquí. Aquí en el pueblo no hay otro camino, pero en Sevilla, sí,allí, como capital hay muchas y variadas perspectivas que te abrirán las puertas a una vida distinta y por supuesto mejor. Así que, creo que ya ha llegado el momento de actuar. Por mediación de un amigo que tiene un  pariente en la capital, hemos conseguido que esta familia te acoja en su casa para que aprendas un oficio. Ellos son los dueños de una estupenda tienda de ultramarinos y vas a vivir con ellos, allí irás aprendiendo a ser tendero, a tratar a una clientela, a cortar un jamón, a conocer los tipos de queso, a envolver las legumbres, a lustrar el mostrador, a medir el aceite...todo a
 cambio de tu manuntención y educación. Tendrás que obedecer a todo lo que ellos te exijan, no olvides que en esta vida hay que ser humilde y que todo siempre hay que empezarlo desde abajo con tesón y esfuerzo para llegar a una buena meta, tendrás que hacer recados, barrer, limpiar, cuidar del orden del almacén y fijarte, fijarte mucho en como tu mentor hace las cosas y atender con ahínco a lo que él considere oportuno. De esa forma llegaras adonde  queremos que llegues. Y, por último exigirte que yo nunca tenga que sentir la vergüenza de una queja."

Lloró y lloró, rogó, suplicó, él no quería, no podía separarse de sus padres, ¿quien llevaria a Rosarito montada a "cabritos" al arroyo? ¿quien iría a recibir a su padre al atardecer en su vuelta del trabajo? ¿como  podría pasar sin escuchar las canciones de su madre? ¿como iba a poder dormir lejos de su casa? ¿quien le contaría una y ottra vez las historias de sitios lejanos? ... Argumentó cuarenta mil motivos que le impedían irse, que no le importaba que se le estropeara la cara, que nunca tendría frio trabajando, prometíó que jamas se quejaría de nada... pero todo fue en vano. Sus sueños, sus ideales, se derrumbaron, ya nunca podría entregar a su madre su primer jornal del campo y la mocita de sus sueños se desvaneció de un manotazo.

Diez dias después, vestido ya con pantalón largo, camisón blanco y alpargatas nuevas, se montaba en el carromato del cosario. En una pequeña maletita, su madre le había puesto la "muda" nueva  y otro camisón  igual al que llevaba puesto, y en una talega, una hogaza de pan y un buen trozo de morcilla de asadura para que la comiera durante el pesado viaje. El cosario se encargaría de llevarlo hasta lo que de ahora en adelante iba a ser su nuevo hogar.

Las lágrimas apenas le dejaban ver las caras afligidas y tristes de su madre y hermana y la seriedad del rostro de su padre. Creía que el mundo se le caía encima y no iba a ser capaz de poder vivir lejos de todo lo que hasta ese momento había sido su vida. El nudo de su garganta amenazaba con ahogarlo, tragó saliva, se limpio las lágrimas, suspiró  hondo y miró a su padre. De repente lo comprendió, ya no era un niño, su pantalón largo era la prueba de ello, se había hecho un hombre y como tal debía comportarse. De un manotazo se limpio las lágrimas que amenzaban con deslizarse por sus mejillas y esbozó una forzada sonrisa, que más bien parecía una mueca extraña imposible de interpretar.

Corría el año 1927, tenía 12 años.

Continuará.




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sábado, 6 de abril de 2013

Mi héroe



Hace algún tiempo, una de esas noches en las que termino tarde en la cocina y tan  cansada, que sólo me apetece tunbarme en el sofá y entretenerme con la tele y  me puse a zapear  porque no encontraba nada que me gustara. Fui pasando canales hasta que me topé con una pelicula española ya empezada. Paré porque me gusta bastante el cine español y traté de enterarme de qué iba la peli. Cuando me disponía a pulsar el mando para que me informara del nombre y el tiempo que llevaba empezada, me detuve porque apareció en pantalla una actriz bastante conocida a la que he visto trabajar en otras cintas y a mi pobre parecer creo que es bastante buena y digo "pobre", porque no me considero para nada entendida en la materia, sólo sé cuando me llena una interpretación, cuando una escena me hace emocionar o la banda musical me transporta o me creo la historia a pie juntillas... eso es lo que yo entiendo de cine y el cine que me gusta es el que es capaz de remover mis sentimientos sea de la índole que sea:  risa, pena, dolor, felicidad, ternura, etc. Bien, pues dicha actriz me hizo vibrar en una película que habia visto hacia algún tiempo pero no era capaz de recordar su verdadero nombre. Me comía la cabeza, pensando, lo tenia en la punta de la lengua, pero nada, no había forma. Estuve unos minutos pensando sin prestar atención a lo que pasaba, hasta que no puedo explicar por qué una escena me bajo de las nubes para centrarme en ella. La susodicha actriz aparecía dando una clase de literatura para alumnos ya adolescentes. Con una tiza en la mano se dirigía al encerado a la vez que hacía la siguiente pregunta: 
 
- "¿Que es para tí un héroe?
- " Conoces o has conocido a alguién que merezca, según tu opinión, ser calificado como tal?
- "En caso cafirmativo, cuenta su historia"
 
Me quedé con la pregunta, parecía que me la hubieran hecho directamente a mí e inmediatamente mi cabeza se puso en funcionamiento tratando de encotrar aún en mis recuerdos más lejanos, a alguien que mereciera bajo mi punto de vista ser llamado así. Pero, no, pensé, lo primero será definir que tipo de  cualidades, hazañas, sacrificios, en resumen méritos debe tener una persona para catalogarla como héroe.

Si esta pregunta me la hubieran hecho en mi infancia,  la respuesta hubiera sido rápida y sin ningún género de duda:
- "El capitán Trueno" o "Tarzán" o "Supermán"
 
Pero a esta alturas de mi vida, la cosa no es tan sencilla.No me conformaba con el héroe que da o arriesga su vida para salvar la de otra persona en situación desesperada, que, sin menoscabar ni un ápice estas heróicas acciones, que indudablemente hay que subir a la categoría de héroes, para mi entender eran acciones puntuales que se presentan imprevistamente y las reacciones varian de unas personas a otras. Yo iba más lejos, para mi la heroicidad se prolongaba durante toda una vida, porque hay vidas, que bien por la época que les tocó vivir, bien por las circunstancias personales, son especialmente duras y difíciles y llegué a la conclcusión que un autentico héroe es aquel que después de recibir un golpe tras otros, penalidades, enfernedades, sufrimientos, muertes... no le faltan las fuerzas para levantarse cuantas veces sea necesario y seguir luchando con esperanza e ilusión hasta el final de sus días. Por lo tanto  esta reflexión me hizo llegar a la conclusión que todos los que por esta vida pasamos somos héroes,unos en menor y otros en mayor medida, pero héroes al fin.
 
Y, habiendo dado respuesta a la primera  de las preguntas, la segunda llegó sola, enseguida supe poner nombre y apellidos a la persona que encajaba perfectamente en lo que yo entendía era un auténtico héroe.
 
El tercer requerimiento de la profe de literatura de la película española que estaban echando por la tele,  estaba tirado:  - "Cuenta su historia" - porque su historia me la sé al dedillo. 

Así fue la vida de "MI HEROE" juzguen ustedes.


Continuará.