domingo, 29 de enero de 2017

Una nueva ilusión

Todas la tardes el mismo ritual. Un ritual que me  está sirviendo para empezar otra vez, para recuperar un poco de vida propia tan olvidada o mejor dicho aparcada, desde hace unos cuantos años.
Fueron años duros de trabajo y de esfuerzo, pero felices, porque me sentía completa, llena. Pero todo en esta vida se acaba, cambia o se modifica, porque la vida esta en continuo movimiento, vaivenes que lo mismo te llevan a un lado en el que te encuentras feliz, relajado, dichoso, que, en el momento que menos te lo esperas, te arrastra hacia un extremo completamente opuesto y todo es distinto. A mi aquella época se me acabó y después de un largo periodo de inadaptación, había llegado el momento de replantear   la situación.

Hago este pequeño inciso porque era necesario explicar mi situación, lo perdida que me encontraba después del cambio tan radical que dio mi vida tras la falta de mi madre y lo importante que era encontrar algo que me llenara y ocupara mi mente. Y sin buscarlo lo encontré.

Una muy querida amiga a la que no puedo dejar de nombrar (Nati va por tí) me informó, me explicó, me animó a vivir esta experiencia, y, aunque algo reacia al principio porque me costaba arrancar y hacer cosas propias, casi, casi por complacerla viendo el enorme interés y la ilusión que ponía en su empeño, me decidí, empujada también, !como no y como siempre! por mi familia, deseosos todos de verme ilusionada, ilusión que, imaginaban, me serviría para ir recobrando la normalidad en mi vida. GRACIAS a todos  por ayudarme y animarme. Y ahora sí, continuo con el principio.

Todas la tardes alrededor de las seis, empiezo mi rutina como al principio comentaba, me arreglo, un toquecito en la cara, un poco de sombra en los ojos y algo de color en los labios, cojo mi bolso, mis apuntes y a las 6,30 subo al coche.

A las siete de la tarde, de lunes a jueves subo las escalinatas por las que accedo a la Universidad. Si, entro por las puertas de la Universidad a mis 62 años. Supongo que algunos conocereis qué es el Aula de la Experiencia para mayores de 50 años, pero por si acaso alguien no ha oído hablar de ella, os diría que es como estudiar o desarrollar una carrera universitaria, en toda regla, que su duración abarca 6 años, durante los cuales se tocan casi todas las materias o asignaturas existentes en la docencia cultural, que no técnica y que te lleva desde una Psicología a una Biología o de un Derecho a una Geografía, a una Lengua, Arte o Astronomía,  y que encima y ya rizamos el rizo, no te condiciona para nada en cuanto a esfuerzos para estudiar, hacer trabajos, stresarte memorizando datos o agobiándote con exámenes. Para lo único que te condiciona es para aprender, para empaparte de experiencias nuevas, de conocimientos que ni siquiera sospechabas que existieran,  para conocer gente con tus mismas inquietudes, para reírte, para compartir emociones, para hablar, preguntar, escuchar, intercambiar opiniones en una clase con 80 0 90 personas sentadas a tu alrededor, para recobrar ilusión, para conocer a los que en nuestra juventud no pudimos,lo que significa ser y tener un carnet de estudiante de la Universidad de Sevilla. para tratar, tutear, preguntar sin cortapisas a profesores, catedráticos sobresalientes, algunos ya jubilados con montones de años de experiencia y saber, para vivir durante dos horas, única y exclusivamente para ti, porque en ese espacio de tiempo solo tienes cabeza para recoger tan fantástica información.

Es muy bonito. muy enriquecedor llegar allí, sentarte al lado de tu grupo, de esas personas con las que te encuentras el primer día, sentados a tu lado, que no has visto en tu vida, que saludas por cortesía y que con el paso de los días se convierten enseguida en tus amigos, con los que comentas, hablas, te ríes, compartes opiniones e incluso confidencias de vida - María Luisa, Pedro, Dori, Miguel gracias también por hacérmelo tan sencillo-, y, te sientas, llega el profe o la profe... prepárate para aprender, para sorprenderte, interesarte, inmiscuirte, quedarte con la boca abierta y terminar aplaudiendo una clase que te ha parecido magistral, que te ha encantado, porque has disfrutado bebiendo, absorbiendo tanta cultura, porque cultura es saber:

- Que la inteligencia emocional es el equilibrio entre la razón  y el corazón y que la interdependencia significa saber relacionarnos con otras personas pero a la vez bastarnos con nosotros mismos para vivir y ser felices,  que un idiota tiene un cociente intelectual de 24 algo inferior a un imbécil que tiene entre 25 y 50.

- Que hasta bien avanzado el siglo XIX no existían las reglas ortográficas y cada persona escribía las b o las v o las h o las g y la j como mas le gustaba, saber  por qué las palabras llanas no llevan tilde si terminan en vocal, n o s, Que el diccionario ya recoge la palabra tuitear y amigovio, vocablo muy usado en Sudamérica que significa tener un amigo que es casi novio, que el nacimiento del castellano fue progresivo, derivándose del latín en un proceso que pudo durar dos siglos y que quedo implantado entre los siglos VI y VIII.

- Como surgió la vida en la Tierra, y las "casualidades" que se dieron para que ocurriera. Que el cromosoma es como una "casette" donde se recoge todo el material genético  de un ser vivo, que está prensado superlativamente, porque si lo desempaquetáramos, su longitud, en el caso de un ser humano, daría para ir y al Sol y volver 300 veces.

- Que las probabilidades en una misma pareja de hacer hijos diferentes, llega a la mareante cantidad de más de 70 billones, que los ojos claros (celestes, azules, verdes) es el resultado de una mutación en un gen que ocurrió hace más de 20.000 años en el Norte de Europa. Que las diversas razas caninas, casi se podrían catalogar de aberraciones genéticas, porque se han originado a través de selecciones.

- Que la Tierra tiene unos 4.500 millones de años y que la vida se origino hace 3.500 millones.  y que tanto los reptiles, como los anfibios y mamíferos, humanos incluidos, proceden de un pez que tenía cuatro aletas, que evolucionaron a patas, así como las aves son el resultado de la evolución de algunas especies de dinosaurios.

- Y la Informática, el talón de Aquiles para la gente mayor.!Dios mío, lo que cuesta, pero también lo que nos reímos...

Y muchísimos conocimientos más,  que al fin y al cabo lo que he hecho es destacar las anécdotas o curiosidades que llaman más la atención. Y todo esto de momento, con solo cuatro asignaturas (Psicología, Lengua, Biología e Informática).¿ Cuanto aprenderemos a lo largo de esta carrera  del saber, de la experiencia, durante 6 años? Imaginároslo. Es maravilloso.

La mayoría de las clases las terminamos aplaudiendo, porque hemos vivido dos horas intensas, en las que como decía, nos hemos asombrado, sonreído, preguntado... hemos deducido, planteado, hemos dado nuestra opinión, y al final...! ufff que "guay"! palabra o término que será recogido seguramente por la RAE (Real Academia de la Lengua) , creo que más pronto que tarde , como:   "expresión implantada en el habla popular como sinónimo de algo estupendo, bueno, maravilloso, interesante..."
Más o menos que todavía no he llegado a miembro de la Real Academia, jajaja.

Llego a casa dónde me espera Antonio, deseoso de que le cuente lo bien que me ha ido, lo que hemos tratado ese día, lo que nos hemos reído con las "cosas" de Dori... y suelto mis apuntes y preparo la cena. Mañana habrá más.

Quintana

Los que tenemos, tuvieron, o han tenido la suerte de conocer a Quintana,  siempre lo identificaremos única y exclusivamente por ese su apellido a secas. Yo me atrevería a decir que seguro, habrá conocidos e incluso amigos que ni siquiera sepan o recuerden su nombre de pila: Manuel. Hasta su mujer que  todavía desde el cielo sonreirá con sus "cosas", lo llamó toda la vida por su apellido.
Describir como es Quintana es tarea ardua y difícil, porque difícil es para una aficionada como yo a esto de unir palabras, transcribir en un papel, una personalidad tan arrolladora y peculiar como la suya, pero en su honor y con todo el cariño que sabe le profeso, lo voy a intentar, dejando claro que siempre por mucho interés que ponga, me quedaré corta.
Quintana va camino de los 98 años, aunque si se le pregunta a él directamente su edad, te contestara según el día, que tiene 100, o 105 o hasta 110 que puesto a poner años no tiene cortapisas, su mente ya, le juega de vez en cuando alguna que otra pasada,
Quintana es el padre de  Manoli la mujer de mi hermano, como dije en una ocasión, hermana más que cuñada, y ya desgraciadamente el único superviviente de esa generación de nuestros padres que tanto nos enseñó y a la que tanto debemos.  Vive en El Cerro, nuestro barrio de la infancia y la juventud. El barrio al que hace ya algunos años, dediqué un post en este blog, porque allí me crié y crecí y ahora, con la perspectiva del tiempo pasado y vivido, puedo decir, que guardo  como un tesoro el recuerdo de una época maravillosa, llena de vivencias, repleta del amor de mis padres y hermano,  a pesar de las carencias y necesidades que en aquellos tiempos nos toco vivir.
Allí en la calle principal del barrio, tiene su casa. Su casa se abre a la calle por un portalón grande por donde en tiempos pasados entraba con su camión, su herramienta de trabajo, su compañero de vida por esas carreteras de Dios. Cruzando un amplio zaguán se accede a un garaje que, ademas de albergar a su camión, sobraba sitio para acoger a varios coches de particulares que, a cambio de un módico precio de alquiler, guardaban allí sus vehículos,  evitando de esta manera, las inclemencias del tiempo y especialmente los posibles robos o daños que  en la calle padecen. Éstos se alineaban bajo un techo de huralita que los protegía del sol, de la lluvia, de la intemperie... el resto, un extenso patio abierto al cielo.

 Dentro, en el zaguán hay una habitación que en tiempos pasados fue su refugio, su taller, su trastero, su baúl de recuerdos y nostalgia: estanterías con todo tipo de herramientas perfectamente ordenadas, la mesa grande de trabajo en el centro, donde lo mismo lo veías arreglar un motor de un coche, que un calefactor o una griferia (lo que le echaran porque tiene una habilidad en las manos fuera de lo normal) y, el rincón más protegido donde depositaba sus reliquias: álbumes con fotografías antiguas, recortes de periódicos, historia de su querido barrio al que vio casi nacer, crecer y abrirse a la ciudad, la historia de su vida que fue escribiendo poco a poco, regalos, recuerdos de amigos... vida y pasado.
Si subimos las escaleras llegamos a un piso bonito, luminoso, donde vivieron y crecieron sus cuatro hijos y hoy solo habitado por él y su Mari que lo cuida. Un balcón se asoma a la calle, testigo mudo de tantas noches de verano buscando el fresco, de tantas "velás", de tanto cante y de tanta poesía.

Quintana como arriba comentaba es ya muy mayor, su mente le traiciona en multitud de ocasiones y a su pesar ha olvidado muchas vivencias y recuerdos de antaño, y ya, no puede andar a sus anchas por sus queridas calles de El Cerro, ni dar órdenes como gustaba hacer cuando era algo más joven como cabeza de familia,  ni contar sus interminables chistes y poesías, ni hacer sonar la cuchara con la boca al ritmo de sevillana, ni siquiera "pelear" con su hija Mari, -la que está siempre a su lado y lo cuida como los ángeles- en batallas cotidianas, en las que guerreaba por absurdas nimiedades en guerras inexistentes, porque la paz se firmaba cada día. Hoy le pasean en su silla de ruedas por las calles vestido impecablemente y aseado con esmero, para que siga en contacto con su gente y su barrio que le quiere, y cuando te acercas a saludarlo, él te recibe con la misma sonrisa de siempre, aunque ya no te cuente el último de "Jaimito". A la vuelta del paseo, su sillón, la tele, la visita siempre de la hija, del hijo, del yerno y de la que siempre será su nuera, de los nietos, de los biznietos, y al final del día, el descanso.

Si me preguntan que puedo decir de Quintana, como es Quintana, podría aportar entre montones de cosas, las que creo, bajo mi modesto punto de vista, son las más destacables: Quintana es, ha sido principalmente un hombre bueno: nunca le he conocido una mala acción, una mala crítica hacia nadie, le ha gustado mucho ayudar, ser amable tanto con amigos como con extraños con los que al momento empatizaba y dejaba de catalogar como tales para enseguida apuntarlo a la lista de amistades nuevas. Desprendido: le ha encantado compartir lo suyo con la gente querida, con la gente de su entorno, su garaje, su patio, ha sido sede de reuniones, comidas, bebidas... para todo el que iba llegando. Alegre: fanático del humor, de la risa, podía llevarse (hasta hace bien poco lo hacía) toda una velada contando chistes sin parar o recitando poesías o cantando flamenco para animar y alegrar al personal. Trabajador: como comentaba ha trabajado duro con el camión, horas, días al volante, de un pueblo a otro, de una ciudad a otra para llevarse el jornal a casa. Pero además no sabía estar desocupado, su lema era "el trabajo es salud" y en los pocos momentos de asueto que le quedaban siempre lo veías arreglando y solucionando alguna avería del tipo que fuera (mecánica, fontanería, albañilería...) así que todos éramos conscientes de que ante cualquier problema, allí estaba Quintana para remediarlo. La verdad es que podría seguir enumerando cualidades, pero, me alargaría demasiado, y éstas son las que bajo mi criterio lo definen con más exactitud. Como es natural y como ser humano que es, por supuesto que tiene que tener su defectos, fallos o errores,  pero, para mí han pasado inadvertidos, porque su calidad como ser humano está muy por encima de todo lo demás.

Y para finalizar este post, no me resisto, ahora que parece, que la familia esta pasada de moda, que cada vez impera más la individualidad, el ir cada uno a su "bola", repito, no me resisto a contar lo que era, lo que ha sido durante muchos años, las reuniones en casa de Quintana, los tradicionales días de Año Nuevo todos juntos, felices, en armonía, y que no solo a mi, sino a todos los que hemos tenido la suerte de vivirlo, nos ha quedado grabado en nuestra memoria para siempre, como el día de la alegria, la convivencia y la unión familiar.

Quintana tuvo la suerte o la "gracia" de nacer el primer día del año y sus padres le pusieron Manuel, es decir, que el día de Año Nuevo, celebra conjuntamente cumpleaños y onomástica y durante toda su vida en familia, ese día ha reunido en su casa a familiares, familia de familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos amigos de sus amigos. Sus puertas se han abierto siempre con alegría a toda persona que por allí ha pasado y de esa manera, para mí, para mi familia, se convirtió en tradición pasar el día de Año Nuevo en casa Quintana, era una cita ineludible que se repetía año tras año, que no hacía falta recordar porque para todos se convertía en uno de los días más bonitos del año, era el día del pistoletazo de salida hacía el año que habíamos de recorrer y que teníamos por delante y, era la mejor manera de empezarlo con optimismo, con ilusión, todos sabíamos que era el día de Quintana.

Así que, para no cansar con detalles, os contaré las sensaciones, los flashes, los sentimientos que ahora cuando lo recuerdo, me salen del corazón:

Un patio lleno de sol que calentaba no solo el cuerpo, calentaba el alma, olor a barbacoa, perol enorme de migas con chorizo recien hechas, guiso de "ajo meneao" hecho por la matriarca, nuestra querida Lola que en paz descanse, besos, saludos, abrazos, confidencias, niños que correteaban por todas partes, juegos con la pelota y broncas : - Marinelaaaaa, Marioooo que os vais a matar con esas carreras!,
el vinito y la cervecita con el picoteo, las charlas con los demás,  el cigarrito sentada en un banco saboreando el trasiego, las horas junto a seres muy queridos, el calor de la candela, cuando ya el empobrecido sol del mediodia daba avisos de alejarse y nos calentábamos con ella, resistiéndonos a irnos, una reunión enorme de amigos y familia que se habían ido agregando a lo largo del día, alrededor de su calor, almas viviendo juntas, uno de los días más bonitos del año, niños derrotados de cansancio a nuestro lado compartiendo con nosotros esos momentos de sosiego, y la tarta del cumpleaños feliz, y la guitarra y el cante del primero que se arrancaba y arrastraba a los demás y los chistes, y las risas y las "grasias" de los pequeños y las palmas y el cielo que empezaba a llenarse de estrellas, y la Aci y el Ángel que hace algún tiempo nos dejaron y las miradas brillantes, alegres de los allí reunidos y sentir lo que se quiere todo lo que en ese momento tienes a mano, y los pequeños, todos primos aunque no lo fueran, con las mejillas arreboladas por la candela y muchísimo cariño, y... sensaciones buenas.

Y por todo lo contado era imposible que yo no le dedicara a nuestro querido Quintana, un post en este blog, en el que relato mis vivencias, porque ésta es una de ellas, marcada con fuerza y amor en mis sentimientos y en mi corazón.

Gracias Quintana por  lo que has aportado y sigues aportando a todos los que te conocemos, gracias por tu humanidad, por tu simpatía, por tu cariño, por tu alegría y por hacerme sentir en tu casa como en la propia, y tener la satisfacción de ser  parte de tu familia. Te queremos, te quiero.

No es tan difícil

Hace tiempo  quería dar un giro a este blog. Giro que iba a  consistir en -aparte de seguir contando las historias por las que siempre se ha caracterizado- hacer un poco de crítica sobre lo que nos rodea, sobre la sociedad en la que vivimos, sobre el mundo que estamos construyendo o - según se mire destruyendo -,  sobre nuestra manera de ser, en lo bueno y en lo malo. Dar mi opinión sobre lo que pasa, lo que nos pasa, lo que puede pasar... pero ya sabeis todos lo que me conoceis, los meses tan difíciles que he pasado, y lo he ido alargando o aplazando, pero, creo que ya ha llegado el momento de empezar.

Recuerdo que hubo un tiempo en que  eran tantas las cosas que observaba, que pasaban y veía a mi alrededor y que tanto me indignaba, o asombraba, que fui anotando detalles, hechos, anécdotas para que no se me olvidaran y poder ir contándolas en este blog con mi critica correspondiente, lo mismo positiva que negativa, así que fui anotando y anotando y eran tantas que me propuse hacer una revisión del blog y crear un apartado dentro del mísmo para contarlas. Esta nueva sesión la iba a  titular rememorando la inolvidable canción de Cecilia: "Esta España mía, esta España nuestra" porque este título se ajustaba como anillo al dedo a lo que me quería referir, a lo que para mí significa: " esta España mía", que me cautiva, que me enamora ,que quiero y admiro, esta España henchida de arte, de historia, de talentos individuales, literatos, poetas, pintores, historiadores, políticos, escultores, aventureros, descubridores, científicos... de renombre universal, y la " España nuestra" en la que todos tenemos nuestra pequeñísima porción de responsabilidad, por esa colectividad que en muchas ocasiones, la hace cutre. Por la envidia, pecado nacional, por la pereza, por la ignorancia, la España   remolona, insufrible, la que fastidia, la que no lucha por su gente, la que hace llorar, por las oportunidades perdidas, por la corrupción, por las necesidades olvidadas..

Así que hoy quiero empezar esta sesión, con un post optimista -que ya es difícil- pero que, como habeis visto en el encabezado, voy a  titular  "No es tan difícil"  y lo titulo así porque a pesar de que la que ésto escribe es pesimista y negativa por naturaleza, hay algo en lo que cree firmemente y es en que se puede conseguir (aunque sea poquito a poco) darle un giro a esta sociedad, a este mundo, especialmente a esta España nuestra, solamente con unas sencillas normas de comportamiento y por qué no de buena voluntad. Sé que muchos podeis pensar, " esto es pura utopía", y sí, por supuesto, lo es, o lo puede ser, pero desde el principio de los tiempos, el ser humano para progresar ha tenido que echar mano de esa utopía, de esos sueños que parecían inalcanzables, imposibles, para seguir avanzando, y...lo ha ido consiguiendo!! y esas utopías del pasado, son hoy realidades que vivimos con la mayor naturalidad. Así, que por qué no soñar, por qué no luchar, en realidad no cuesta tanto, "No es tan difícil"

- No es tan difícil ser buena persona. Solo hay que olvidarse del "ego", rey de todos los males, propulsor del egoismo, sin su existencia es fácil pensar y ayudar a los demás.

- No es tan difícil disfrutar de un día de playa, de campo, de montaña... Sólo se necesita unas cervezas fresquitas, unos bocadillos, un buen libro, una compañía, querida, agradable  y recrearte mirando el cielo, el mar, respirar aire puro y cargar las pilas del corazón de buenas sensaciones.

- No es tan difícil amar. Vamos a prescindir del amor hombre-mujer, que también , vamos a centrarnos en amar todo lo que gira a nuestro alrededor, solo se necesita corazón, pensar que todos somos eslabones de una misma cadena, que estamos unidos en lo bueno y en lo malo y que todo lo  que afecta a esa  cadena para bien o para mal influye en ese minúsculo eslabón que eres tú.Por lo tanto hay que engrasarla a menudo con mimo, con cuidado, con los mejores aceites para que no se oxide y en esos gestos, en esos cuidados, ahí está el amor..

- No es tan difícil perdonar. Todos nos equivocamos, cometemos errores, dañamos y muchas veces a lo largo de la vida también nos toca a nosostros mismos, sufrir daños, desprecios ,engaños y traiciones, pero no nos podemos anclar en ese daño y una regla que ayuda mucho es la de recordar, rememorar momentos bonitos, emotivos, alegres, divertidos vividos con esa persona que ahora te daña, y reviviendo esos momentos el dolor se suaviza, beneficia, ayuda, a quitar algo de hierro al asunto.

- No es tan difícil ignorar. Cuando se llega al punto de que es imposible perdonar, porque somos humanos, porque hay  daños y acciones que no pueden olvidarse, porque nadie dice que seamos santos, lo mejor es ignorar, apartar a esa persona de tu vida, olvidarla, y que viva su vida lo mejor posible, porque son personas tóxicas, a las que les gusta atormentar, y, no hay que caer en la tentación de la  venganza porque la venganza no sirve para nada, la venganza maltrata tu cuerpo, llena tu alma de rencor y hace mucho daño al espiritu. La vida termina poniendo cada cosa en su sitio.

- No es tan difícil ser generoso. Es muy gratificante para el espíritu ayudar, solucionar, escuchar, empatizar con quien necesita ayuda del tipo que sea y hacerlo es totalmente gratuito, solo cuesta un poco de calor humano,una pizca de ternura y un levísimo sacrificio al privarte de algún capricho, del que sin lugar a dudas se puede prescindir.

- No es tan difícil  mentir. Mentir no significa ser hipócrita, que hay muchas personas que confunden los términos. Cuando se miente para animar, alegrar, dar seguridad. Por piedad, por compasión... sin hacer daño a nadie, sin cargar a nadie con problemas... es bueno mentir, yo diría que es obligatorio mentir, porque esa mentira puede dar mucha felicidad a quien esta pasando  momentos difíciles o especiales.

- No es tan difícil  hacer bien tu trabajo. Sea del tipo que sea, lo mismo luchando por una vida, como enseñando a un grupo de niños, como vendiendo baterías de cocina por teléfono, da igual. Hay dos motivos importantísimos: uno, la satisfacción del trabajo bien hecho, el ganarte honradamente el sueldo, y el otro, pensar en la cantidad de personas que daría todo lo que hiciera falta todo lo que estuviera en sus manos, por estar en tu lugar y hacer bien el trabajo que tu infravaloras.

- N es tan difícil decir no. A casi el noventa por ciento de las personas le cuesta llevar la contraria, o mantener su posición cuando es contraria a la petición que te hacen, especialmente si se trata de enfrentarse a cualquier amigo, familiar, persona... que sabe dirigir, dominar, que esta acostumbrado a imponer su criterio, a sentar "cátedra" como se suele decir. Otras veces entra en juego el no molestar, el no querer hacer daño, el no tener problemas, el miedo... en fin  cuarenta mil motivos, que en realidad, y siendo sinceros nos  "inventamos" para escurrir el bulto. Pero nos equivocamos, porque esa debilidad, ese no complicarse la vida, esa temida enemistad, puede ocasionar consecuencias graves para otros, puede hacer daño, y sobre todo puede hacer que uno se sienta mal consigo mismo. Por lo tanto hay que ser valiente, imponer tu criterio y si no te comprenden, y si te apartan, y si se termina una amistad, mala suerte, solo hay que pensar que en realidad esa o esas personas no te apreciaban como tu creías.

- No es tan difícil agradecer una buena acción, un buen trabajo, un buen gesto, un apoyo, unas palabras de aliento... porque dice el refrán que "es de buen nacido ser agradecido" y porque dar las gracias es una manera de demostrar, de corresponder a esa persona, de decir que su mensaje te ha llegado, que te ha trasmitido sus emociones, que esa voluntad de ayuda ha llegado a su destino. Eso no es "peloteo" es agradecimiento verdadero.

- No es tan difícil halagar, reconocer, valorar un hecho, una accion, un trabajo bien hecho, un esfuerzo... Porque hay que estimular al protagonista, valorar su implicación. Tiene que llegarle, porque hay que demostrar que  lo bello, lo bonito, las cosas bien hechas, llenan muchos momentos de luz, de cariño y de alegria y porque no hacerlo denota pura envidia y ya hemos dicho que la envidia es el pecado capital del español y hay que ir desterrándola, porque envenena..

- No es tan difícil "sacrificar" días, meses, años, todo el tiempo del mundo si hiciera falta en cuidar a tus mayores. Solo hay que partir de la base de que no es un sacrificio cuidar, acompañar hasta el último momento de su existencia  a ese ser que te dio la vida. Pensar que nada en el mundo produce tanto placer que estar a su lado, y que ni las mejores vacaciones, salidas, fiestas...satisfacen lo más mínimo si los compara con la satisfacción de esa mirada de agradecimiento, amor, dependencia... que esa persona te dedica cada día y en cada momento.

- No es tan difícil vivir con humildad, sin ostentación, sin lujos, sin  grandes gastos, sin grandes compras. Es todo mucho más sencillo, tener un sueldo, una paga, una pensión para vivir dignamente, que no te falte un techo, que no te falte una buena alimentación, tener cubierta las necesidades sanitarias, con eso y un poquito para regalar o ayudar y otro poquito para ocio y  disfrute de vez en cuando, es suficiente, lo demás sobra.Si a ésto se le suma, bajo mi punto de vista, lo más importante, paz, tranquilidad, ver a los tuyos felices y sanos, disfrutar de ellos y exprimir hasta la última gota los momentos de seda que la vida te regala, no existe nada que llene más.

- No es tan difícil hablar con los hijos, con los nietos en el caso de los mayores, jugar con ellos, contarles historias, anécdotas, fomentarles el amor a la familia y la importancia que tuvieron  los que ya  no están a nuestro lado. Explicarles sus raices, fomentar la unión con titos y primos y  besarlos, abrazarlos, valorarlos. Que se sientan seguros, protegidos y muy queridos, así serán de mayores, personas buenas, que, seguro intentarán transmitir, inculcar los valores que a ellos inculcaron de pequeños.

- No es tan difícil cuidar el medio ambiente. Utilizar las papeleras, reciclar, recoger los desechos en nuestros días de campo y de playa. La recompensa llega por nuestros sentidos cuando disfrutamos de un río, una montaña, una playa, un cielo... en estado limpio, puro, sin contaminación.

-No es tan difícil educar en el civismo, en el respeto a los mayores, en cuidar el lenguaje, en obedecer, en ser responsables... es muy sencillo, si empezamos desde pequeñitos inculcando los hábitos, todo fluirá mecanicamente y a  lo mas que podemos llegar, cuando no se lleve a efecto, es a una pequeña reprimenda o a un pequeño castigo, pero se consigue facilmente, los niños son esponjas.

- No es tan difícil escuchar, atender, aceptar, cambiar tu opinión, cuando la lógica de otro se impone, cuando te demuestran que estás equivocado. No merece la pena llevar la contraria, no sirve para nada el "tú no vas a ser, o vas a poder más que yo". Hay que saber aceptar los errores y las equivocaciones y aprender de llos demás.

- No es tan difícil  reprender, afear,, hacer ver al "enterado" de turno, que ese no es el camino, que se está equivocando, que de esa manera no se llega a ningún sitio. . Aquí la verdad sea dicha,  no está en nuestras manos conseguir que esa persona entre en razón , entre otras cosas porque los enterados, son difíciles o casi imposible, hacerles bajar del "ego" en que se encuentran subidos, pero al menos, nos ha quedado el derecho al "pataleo" y el derecho a defender nuestra postura y afear la soberbia del contrario.

 Y hasta aquí llego, Con todo y con esto, en ningún momento quiero arrogarme como adaliz, ni ejemplo de nada -Dios me libre- ni pretendo dar lección a nadie, ya que soy la menos indicada por mi negatividad, y el trabajo que me cuesta llevar a cabo las cosas, incluyendo todos esto buenos propósitos. Pero también es verdad,  que reflexionando sobre todo lo escrito, si  nos pusiéramos manos a la obra, esta sociedad, esta España nuestra sería mejor.

Cierto que esta relación de propósitos son nimiedades comparadas con los problemas que hoy en día aquejan a la humanidad, pero también es verdad que por algo se empieza. Podría se una manera, muy sutil, si se quiere, de ir cambiando nuestra mentalidad y nuestra forma de vivir.

Gracias por aguantar este post (que quizás sea un poco rollo)  pero así me ha salido y de camino hacer una propuesta, un reto, a los posibles lectores: que aporten si se les ocurre -que seguro que sí- nuevos "no es tan difícil". Sería bonito, enriquecedor y constructivo.

El Regreso

Ayer día 15 se cumplieron cinco meses de la muerte de mi madre y aquí estoy. Estoy, porque creo que ha llegado el momento de sacudirme, espabilarme y seguir andando, y la manera de andar, de seguir es recuperar cosas que se habian quedado en la cuneta, que habías olvidado o mejor dicho ninguneado, porque todo, parecía carecer de importancia comparado con el dolor en el que llegas a hundirte y del que no te apetece o no quieres salir. Han sido cinco meses muy tristes, duros, llenos de lágrimas y angustia, porque no te acostumbras a vivir sin su presencia, tienes que, por decir algo, reciclarte, adaptar tu vida e intentar rellenar el vacío que su falta te ha dejado, y, eso es muy difícil, o al menos para mi lo está siendo. También es cierto que mis circunstancias son algo especiales, porque con 62 años, salvo los primeros meses de recién casada, jamas me había separado de su lado.

Pero como decía, hay que continuar, porque la vida sigue, porque es lo que sé, ella quería, porque tengo una familia que me quiere, me apoya, que está a mi lado y a la que no puedo defraudar y  por lo tanto, guardaré para siempre en mi corazón el recuerdo imborrable, precioso de la vida que viví junto ella, y daré paso a una nueva vida en la que espero sea la paz, la tranquilidad, la alegría de estar con mi familia, la guía, el referente en esta etapa nueva.


Por ello quiero retomar mi blog, mis escritos, las historia que estaba contando de "MI HEROE"  que ahora más que nunca quiero terminar, porque es como una manera de homenajear, a esos seres queridos que ya no están conmigo y que han sido los responsables de que yo esté aquí y pueda narrar, con toda humildad  y el mayor de los cariños, esas vidas de entrega, de lucha, de trabajo.. por conseguir una vida mas justa y mejor para las generaciones que hemos llegado después.

Antes de terminar quiero dar las gracias a todos los que han estado a mi lado en estos momentos, apoyándome y animándome y a los que no me resisto a nombrar: Antonio, mi marido, sin el que hubiera sido muchísimo más difícil, siempre he tenido su abrazo, su comprensión y su hombro para llorar, Mis hijos Tania, Iván y Salvi y Emilio, Rocío y Sara que todos a una han tenido siempre unas palabras, un gesto, ese cariño inmenso que tan bien han sabido transmitirme,  mis nietos,  responsables al cien por cien de hacerme olvidar el dolor, de hacerme reir, cuando venían a casa y los que me han hecho comprender que la vida, por muy mal que venga, siempre merece la pena vivirla aunque sea tan solo por ver la mirada y la sonrisa de un niño:  Marco, Emilio, Maya, Hugo y Valeria, os adoro. A mi querido hermano,Salva, por estar siempre ahí y tragarse su dolor para animarme a mi  y mi hermana más que cuñada, Manoli, por sus palabras de aliento, sus consejos y su cariño. Mis sobrinos Mario y Cristina  porque ha sido bálsamos para todos. A nuestro sobrino Paco y su madre, Felisa por estar tambien ahí en los momentos precisos, apoyándome y mostrando su cariño. A mis primas que me han demostrado que la sangre tira y que a pesar de la distancia en muchas ocasiones, en los momentos difíciles, las tienes a tu lado: Loli, Antonia, Mª Carmen, Consuelito, Margari, Mª José, Mª Dolores, Margari, Mari Nieves, Mari. Y a mis amigas de siempre que por eso son amigas y lo seran siempre: Nati, Carmelita, Encarni, Merchi. Os quiero a todos. Gracias otra vez.

"La vida me da vida": "Carta a mi madre"

Hace tiempo estaba viendo en la tele una entrevista que le hacían a un personaje famoso,  que padecía cáncer. Ella contaba, porque era mujer, que después  de varios años de luchas, operaciones, tratamientos duros de quimioterapia y todo lo que conlleva esta penosa enfermedad, después de un par de años de tranquilidad y de pensar que ya estaba todo superado, silenciosamente, la enfermedad había vuelto y esta persona volvía a comunicar como al principio, que empezaba otra vez la lucha y ahora más difícil si cabe que la primera vez, porque su cuerpo estaba ya, después de tanto bombardeo químico y quirúrgico al que fue sometido, bastante deteriorado. Pero, la verdad es que me sorprendió sobremanera, su ánimo, no decaía sino todo lo contrario, irradiaba una fuerza fuera de lo común y comentaba que se encontraba fuerte para seguir luchando y volver a vencer nuevamente, aunque fuera transitoriamente a la enfermedad y de esa manera arañarle a la vida unos días, unas semanas o el tiempo que pudiera, porque tenía que vivir sí o sí, como diría Del Nido, porque había una persona que la necesitaba y no podía permitirse dejarla.

La entrevistadora alababa a la entrevistada su fuerza, su ánimo, su lucha por seguir adelante y ésta le contestó:" No lucho por mí, como comprenderás hay veces que si por una fuera tiraría la toalla, no creas que compensa tanto sufrimiento, tanto miedo, tantas noches sin poder dormir, tanta incertidumbre por algo más de tiempo, porque, si somos realistas los que vivimos esta experiencia,casi siempre, -a veces milagrosamente se supera definitivamente-, sabemos que  vamos a tener en el futuro una vida difícil y desafortunadamente más o menos corta. Cuando se lucha , se lucha por los que tienes a tu alrededor, por tus seres queridos, porque sabes, eres conscientes del vacio que vas a dejar a unos hijos, a una pareja, a un hermano... y entonces te agarras a la vida principalmente para que ellos puedan seguir estando un poquito de más tiempos en tu compañía. Generalmente es asi, pero si a ésto se le suma que en tu vida en esos momentos existe una o más de un ser querido, que depende de tí, cuando eres consciente que esa persona el día que tu no estés, no va a tener la fuerza, la salud, la independencia o incluso la economía para subsistir por ella misma, cuando sabes que lo que le queda es el ingreso en una institución pública para seguir sobreviviendo, cuando sabes  que aparte de tu pérdida, le llega también la pérdida de su entorno, de su rutina, de sus objetos queridos, en resumen de la seguridad de su casa... entonces la fuerza por la que lucha una persona en mis condiciones, puede decirse que es casi sobrenatural y no le dejas a la debilidad por claudicar, ni un pequeñísimo resquicio por dónde se puede colar.

Me impactó tanto y compartí con tanta rotundidad esta afirmación de aquel personaje que se enfrentaba a otra dura intervención para salvar la vida, que supe, que con esa fuerza lo iba a conseguir. Al día de hoy y de ésto hace ya creo que al menos un para de años, este personaje sigue vivo y cuidando con todo el cariño del mundo, a ese ser querido por el que principalmente no quería morir.

¿Por qué en estos momentos me acuerdo de aquella entrevista que tanto me impactó? ¿Por qué ya en aquellos momentos, mientras escuchaba a esa persona, me di cuenta de que cuando se vive más que por uno mismo, por los demás, puede ser un ser querido o un desconocido, por una causa, por una obra, por un trabajo o simplemente por VIVIR en la mejor y buena extensión de la palabra, la vida se alarga y aunque te llegue una enfermedad de las que sabemos no es fácil salir, y lo más normal es que se termine muriendo, sabremos sacar fuerza para ganar al menos una batalla, aunque no la guerra, sabremos ganar  la batalla de alargar el tiempo para intentar solucionar los problemas que te rodean en la mayor medida posible, y a la vez sustituir suavemente esas agarraderas en las que se sujetan tantas cosas.

Como sabeís los que me conoceís, estoy pasando actualmente el trance más duro de mi vida. Estoy sufriendo el dolor más intenso que se pueda padecer emocional y anímicamente, como es la pérdida de un ser querido, en mi caso, mi madre . Por eso, en estos días tan amargos, en los que por mi cabeza han pasado tantas cosas, tantos pensamientos, tantos recuerdos... en muchísimos momentos, me ha asaltado el recuerdo de esa entrevista, y reflexionando sobre ella, he llegado a la conclusión  y a la aseveración más rotunda  de que es así, de que cuando una persona se desprende de su yo, de su egoísmo personal y piensa en lo que tiene alrededor, en lo que sienten por ti, en lo que te  necesitan y te fijas en su mirada y, en como con ella te lo dice todo, luchas y luchas por conseguir otra oportunidad. Hay una frase, no se de quien, pero que leí poco después de la susodicha entrevista, que describe perfectamente esta situación, y que por supuesto en aquel momento anoté y catalogué en un cuadernito que tengo  de frases que me han impactado. Y dice así "El ser humano necesita algo más de sí mismo para seguir luchando".

Hoy se cumple una semana de la muerte de mi madre. Hoy hace un mes que cayo malita y desde el primer momento, el dolor se implantó dentro de mí con la fuerza de un tsunami que aparece de pronto, inesperadamente, y supe desde el principio, que la había perdido aún sin haberla perdido todavía. Hoy que todavía casi no puedo parar de llorar, que no puedo parar de recordarla, de sentir casi físicamente aún, los últimos besos que en la cara me daba. De oler su olor, de peinar sus canas, de extender la crema sobre su piel ya tan marchita, de acariciarla de abrazarla por la noche para que me sintiera cerquita... no puedo parar de pensar que esos noventa y cinco años que ha estado a mi lado, lo ha estado por amor. porque ante su fragilidad física, ante sus operaciones de caderas, su inmovilidad,su deterioro oseo y muscular,estaba su amor por nosotros, sus ganas de estar a nuestro lado y disfrutarnos, su querer estar siempre, aunque sea en la retaguardia, para avisarnos, advertirnos, aconsejarnos... ese amor, esa falta de egoismo,  ha sido el motor que mañana a mañana le inyectaba un poquito más, una pequeñísima porción de más, de vida.

Pero... nadie es infinito y a todos nos llega nuestro momento y a ella ya le ha llegado, porque ha consumido hasta el último hilo de vida, pero ese consumo a tope, al máximo, estoy segura que es gracias a su entrega a nosotros, a su amor, a su preocupación, a su interés, a su ilusión por seguir disfrutando de todos, al dolor que sabía, que sin querer nos infligiría  con su marcha, especialmente a mi. Y ahora se que ha sido su AMOR hacia nosotros, su total ausencia de egoísmo, lo que nos ha regalado esta larga vida.

Casualidades de la vida, tengo una vecina, que tiene un año más que mi madre y también de golpe y porrazo, ha caido malita y ahora esta luchando por recuperarse, y ojala lo consiga. lo deseo de todo corazón. Bien, pues esta señora hasta hace un mes, vivía sola,- tiene muchos hijos, que la quieren y se preocupan de ella, pero ella se encontraba fenomenal y no quería vivir con ninguno- Todas las mañanas, sin faltar ni una, saltaba de la cama para meterse en la ducha, se arreglaba, salia por sus mandaos, arreglaba su casa, guisaba, tendia... en fin, lo normal en las labores de un ama de casa. Los fines de semana, le gustaba ponerse sus mejores galas, para salir a merendar al centro con dos amigas que todavía le duraban, cogía su autobús y  echaba el ratito, volvía a casa después de pasar , según me decía, una tarde estupenda. En fin todo normal, si no fuera, porque hablamos de  una mujer de 96 años con una trayectoria de vida complicada como casi todas las de su generación, una  vida dura,  con una guerra civil de por medio y la crianza de varios hijos en aquellos tiempos tan difíciles.¿Como se llega así a los 96 años? con ganas, con ilusión, con querer vivir.

Un día me crucé con ella en el portal. Serían las 9 o 9 y media de la  noche. Volvía de una de sus meriendas en su cafetería de toda la vida, en el centro Su bolso en el brazo, su pulsera de oro en la muñeca, muy bien arregladita,oliendo a "Maderas de Oriente" y feliz y cansada, deseando, -según me dijo- llegar a su casa pa quitarse los zapatos y ponerse cómoda. Me admiró tanto verla así, que impulsivamente le di dos besos y la piropeé diciéndole lo guapa que iba, y la alegría que me daba de verla así a su edad y que me encantaría que mi madre, pudiera como ella, manejarse tan bien, para que disfrutara un poquito más. Con el gracejo que caracteriza a muchas, por no decir a todas estas personas mayores, que apuran con alegría su ultima etapa de la vida me contesto: Mira Ani, ¿tu sabes lo que me pasa? que a mí la vida me da vida. Me alucino la contestación porque volvía la vida a mandarme señales de que no estaba equivocada en cuanto a las teorías que arriba comentaba, a ese pensamiento de que mientras haya algo fuerte que nos mueva, aguantaremos mucho más. Y volvía a la conclusión de que cuando la vida se vive en plenitud, en entrega a los demás, o a una causa, cuando se vive pensando en el bien de los demás y en el bien de vivir la vida apurando sus cosas bonitas, la vida te recompensa alargando el tiempo que te quede para disfrutarla.

Y con eso me quedo, conque mi madre ha luchado por vivir, para su familia, sus hijos, nietos y bisnietos hasta exprimir al máximo  la poquita vida que le iba quedando en cada una de las células de su cuerpo, y la vida de entrega y amor le ha dado vida.

Y ya por último, desde aquí, quiero compartir con mi familia, con los amigos, con la gente de bien, las palabras que salen de mi corazón a borbotones para la mujer que me dio la vida y que ha estado literalmente a mi lado 62 años ininterrumpidos -salvo 7 meses- queriéndome, cuidándome, protegiéndome, dándome el amor mas puro y desinteresado del mundo, mi madre, mi mami, como yo le decía.

CARTA A MI MADRE.-

Ni  las palabras más bonitas del mundo, ni las mas bien dichas o escritas, ni todos los poemas de amor,que se hayan podido escribir, llegarían a  la mas mínima parte de lo que en mi interior siento y quisiera decirte, así, que como ya se que estás en el mejor de los sitios que puedan existir,-y se que existen-  tienes que saber mirar y ver en mi interior todas las cosas que albergo dentro de mi. Pero como lo que quiero, es poder transmitir un poquito al menos, de lo que siento, para que publicamente quede constancia, para que todo el mundo sepa lo que has sido para todos y especialmente para mi, intentaré reunir todo los sentimientos que albergo hacia ti y el hueco y el vacio que dejas en mi corazón, en nuestros corazones, aunque se que ese vacío con el tiempo, se ira llenando de amor, porque tu presencia, tu espíritu estará siempre conmigo.

Gracias mami por traerme al mundo, gracias por quererme como me has querido, sin intereses de ningún tipo, sin egoísmo, gracias por todos los valores que has sabido aportarme, gracias por tus noches en vela, gracias por esa infancia tranquila, segura, placentera, que a pesar de los tiempos tan difíciles que te toco vivir, supistes aportar, gracias por entenderme siempre, por pensar que era le mejor del mundo, por defenderme ante cualquiera con uñas y dientes, por valorarme infinitamente, por esa mirada limpia y llena de amor, gracias por tu trabajo, por tu ayuda, en cada momento, gracias por tus consejos, por tus charlas, por tu ilusión de vivir, gracias por cuidar como sólo tu sabías hacerlo a papá, por tus llantos en silencio, en tu intimidad cuando se fueron él y tu madre, mi querida abuela Dolores, para que yo no te viera, para que no me preocupara, gracias por criar a mis tres hijos, por transmistirles todo el amor del mundo, por enseñarles las cosas buenas y bonitas de la vida, por quererlos tanto y llorar cuando enfermaban, gracias por ese pastel de galletas y chocolate que les hacía y que los volvían locos, gracias por  pasar las noches  a mi lado en mi enfermedad, por llevar el timón de mi casa cuando yo no podía. Gracias por avisarme de tantas y tantas cosas importantes que a mi en el trajín de la vida y el trabajo no llegaba a ver, gracias por reñirme cuando me equicocaba y por corregirme, gracias por saber transmitirme la importancia que tiene un hermano y haber sido siempre el mayor lazo de unión entre los dos, gracias por querer a Antonio como si fuera tu hijo, y callarte cuando en la convivencia surgían roces entre nosotros, gracias por saber también comprenderlo. Gracias por estos últimos nueve años, en los que ya sentadita en un sillón sin apenas movilidad, has sabido adaptarte, conformarte y vivir esta etapa con ganas e ilusión, para seguir desde tu eterno sillón preocupándote por todos, por la salud de cada uno, por el trabajo, por la economía... gracias por querer con tanta intensidad a tus seis bisnietos y esa luz de alegría que iluminaba tu cara cuando cualquiera de ellos venían a verte, gracias por esos cuadros de puntos de cruz que has ido confeccionando para cada uno de ellos, de nosotros, porque tanto tus hijos, como tus nietos, como tus bisnietos tienen ese recuerdo tuyo hecho a base de miles y miles de puntadas cada una de ellas hechas con todo el amor del mundo. Gracias porque hasta que no terminaste el último que te quedaba, no te has ido, porque ya malita las últimas cruces que faltaban en la tela casi me obligaste a que te guiara con mi mano para terminarla. Gracias por como te has ido, sin hacer ni dar "ruido" como tu decías, sin querer hacernos sufrir más de lo debido, porque han sido veinte días los que has estado en cama y aún así nos ha regalado, sonrisas, y besos aun estando ya en otro plano de conciencia, gracias porque sé que no has tenido dolor, y gracias porque hasta el ultimo momento no nos has hecho pasar ni un momento de agobio por verte padecer, porque te fuistes dormidita, en paz y sabiendo que todos los días, todos, toda tu familia en pleno ha estado a tu lado queriéndote.

Gracias mami, siempre, siempre te tendré presente y estarás en mi corazón, hasta que algún día nos encontremos para la eternidad. Te quiero mama. Te queremos. Ya sabes cuanto porque estas dentro de mi corazón.

domingo, 19 de enero de 2014

... la sorpresa

Ambas familias incompletas, ambas con su buena ración de sufrimientos, ambas luchando cada uno a su manera por sobrevivir, por seguir  viviendo la vida, por volver a sentir ilusión, esperanza y fe en un futuro. La de él, como hemos ido relatando, adaptándose a no tener a su lado al marido, al padre ejemplar, al que sacrificó la vida para cuidarlos..., la de ella, a soportar el estigma de "rojos", de traidores en una nueva sociedad plagada de prejuicios y miedos, a ser señalados en su mismo pueblo como esposa e hijos de un revolucionario condenado a muerte (para más información y a los que no hayan seguido este blog desde un principio, os recomiendo leer el post titulado "Una vida apasionante" pinchando en el año 2009 en el que a grandes rasgos describo la trayectoria de dicho condenado).        

Tanto él como ella supieron y sintieron como propias las penalidades vividas por cada uno. El ya no podía hacer nada, salvo investigar y encontrar el cadáver, pero ella, su familia, sus hermanos aún seguían luchando, aún vivían su particular guerra después de nueve años de "paz". La lucha fue titánica desde que, después de tres años de guerra, en la que vivieron la zozobra de no saber qué había sido de él, si vivía, si logró cruzar al bando republicano, si murió en una batalla o ejecutado..., al terminar la guerra supieron que sí, que consiguió su propósito, que fue teniente en el bando perdedor, que luchó con heroicidad y pasión por sus ideales, que estuvo a punto de morir en varias ocasiones y que cuando se disponía a coger un barco para salir del país, fue detenido, traslado a Sevilla, juzgado por un tribunal militar y condenado a muerte. Y en ese punto, comenzó esa batalla, que aún se libraba. Después de tirar de viejos, de conocidos, de perdidos amigos del pasado, ahora influyentes, después  de rogar, de suplicar, de pedir perdón, de humillarse ante los enemigos... sin resultado, Dolores, su mujer, recurrió al que en aquellos momentos era el mayor representante del "Movimiento Nacional" en el pueblo y !Oh! coincidencias del destino Jefe de Falange al igual que el tío Florencio en el caso de mi héroe, solo que éste no era su hermano como en el caso de Rosario, no, éste había sido el primer novio de Dolores a la que abandonó por imposición familiar, aunque según la rumorología del pueblo, nunca olvidó. Los padres de él no la aceptaban por la diferencia de clases entre una familia y otra, "no -dijeron- la hija de un campesino revolucionario, nunca podrá pertenecer a nuestra familia, no sabría comportarse como es debido entre nuestras amistades". No se si fue compasión, o algún resquicio de amor, o de alguna manera una forma de reparar el daño que en el pasado le causó, lo cierto es que movió lo que había que mover y un mes después la pena de muerte, fue conmutada por cadena perpetua y poco después el destierro. Quedó en libertad pero fuera de Andalucía y sin posibilidades de regreso, si no quería enfrentarse a muchos años de cárcel.

Si observamos y meditamos la historia que estoy contando, nos daremos cuenta del paralelismo y a la vez la divergencia entre ambas historias. Aunque los acontecimientos ocurridos a las dos familias fueron exactamente los mismos, ambos sumergidos en una misma causa y circunstancias, el desenlace de ambos son completamente opuestos. Mientras los dos defendían la misma causa, los mismos ideales, uno de ellos, el padre de ella era completamente activo, se movía, discutía, exigía, informaba y arengaba a una lucha abierta, a una protesta masiva ante la explotación caciquil. El otro, era pasivo, escuchaba, meditaba, no se hacia notar y callaba, convencido después de darle muchas vueltas al tema, de que nada y menos la rebelión conseguiría el ansiado cambio en su vida. El primero optó por huir aún a costa de dejar atrás lo más querido, a pesar de que ya era un hombre que pasaba los cincuenta, pero entendió que flaco favor haría a su familia quedándose, porque no había que ser muy inteligente para saber que al quedarse con ellos, los condenaría a vivir la terrible experiencia de una muerte anunciada. El segundo, se quedó, creyendo que así las protegería, pensó que de nada le podrían acusar, porque él nunca se había destacado ni ejercido ningún tipo de violencia, propaganda o reivindicación, y lo pagó con su muerte.

Continuando con la historia, las familias se conocieron y estrecharon lazos, se cayeron bien unidos por la desgracia de la guerra, pero aún más, cuando se enteraron que, sin saberlo, hacía mucho tiempo que esos lazos ya se habían atados. Y explico lo que, en este caso Rosarito descubrió y me  contó en primera persona:

"Mis visitas a la casa del portalón, a la casa de la que esperaba más temprano que tarde, la novia de mi hermano, se convertiría en mi cuñada, se intensificaron. Los sábados cuando llegábamos al pueblo  desde Sevilla, para pasar el fin de semana junto a la tía Conchita y el primo Juanito, me faltaba tiempo para acudir a ella, me sentía a gusto junto a la familia de mi futura cuñada. Me encantaba ver a su madre sentada en el corral, junto al pozo blanco rodeado de macetas, cosiendo, acompañada de una buena corte de mocitas que acudían para aprender el oficio de modista. Eran casi todas de mi edad y casi sin darme cuenta, me hice de un buen grupo de amigas con las que ya entrada la tarde, salíamos a pasear por la plazuela y la calle principal, ataviadas con nuestros mejores vestidos, el pelo bien peinado y los labios rojos de carmín. Me gustaba la parra dónde cuando el sol apretaba las cobijaba con su sombra, y las risas, las charlas. las confidencias... mientras cosían y el ir y venir de la tía, de las primas, de los hermanos con sus menesteres y los conejos que corrían a sus anchas a nuestro alrededor, confiados y sabedores de que nadie les iba a hacer daño. Salían y entraban de la cueva, dónde cobijaban a sus crías, cuya entrada se encontraba a la derecha del pozo. No pocas veces gritábamos de alegría cuando aparecían algo temerosos, una prole de conejitos preciosos, último fruto de algunas de las muchas conejas existentes. Para mí, que llevaba mucho tiempo con la sola compañía de mi madre y hermano aquello suponía un vendaval de vida y alegría, necesitaba estar con mucha gente, reir y disfrutar después de todo lo amargo  vivido,  aún siendo consciente del drama que en aquella casa se había vivido y que de momento no tenía fin.

Hasta que llegó el día que supuso una de las más grandes sorpresas que me he llevado en esta vida. Recuerdo con todo detalle que ese día acababa de llegar de Sevilla y estaba sentada en una de las sillas disfrutando del grupo de amigas y de la presencia de mi cuñada que pocas veces se unía a nosotras, porque las tareas de la casa casi nunca se lo permitían. Charlábamos animadamente y reíamos sin parar por cualquier tontería, cuando oímos la voz del cartero gritando a voces limpias el nombre de Dolores, ésta se levantó apresuradamente dejando la labor en el asiento y seguida por su  hija corrió nerviosa a recoger la carta, una carta que sabía no podría ser de otra persona  que no fuera su marido. Por aquel tiempo y una vez conmutada la pena de muerte, se encontraba en el destierro fuera de Andalucía. Con manos nerviosas y sin pronunciar palabra alguna, se sentó de nuevo en su asiento, dejó el vestido que estaba confeccionando en la mesa y rasgó el sobre del que sacó una hoja de papel escrita y una fotografía que el esposo le mandaba. Mi cuñada casi le quitó de un tirón el retrato de las manos, mientras su madre ensimismada, leía la carta y cuando lo miró, no pudo evitar que las lágrimas resbalaran por su cara, para, a continuación, con todo el orgullo de una hija hacia un padre, al que consideraba un héroe, nos fue enseñando la fotografía una por una. Cuando llegó hasta mí, el corazón amenazó con estallar dentro de mi cuerpo, no podía ser, ese hombre, maduro ya, que aparecía sonriendo, tocado con un sombrero de ala ancha, camisón blanco y chaqueta ajustada, bien "plantao", alto, erguido, poseedor de una nariz prominente y una tez morena y aceitunada, no podía ser otro que Antonio, era inconfundible.

Al parecer, según me dijeron, la cara me cambió de color, "pá mí que la sangre se me heló en el cuerpo,  la voz no me salía de la garganta y temblaba como un pajarillo, pero una alegría enorme inundó mi corazón, !estaba vivo!.

Antonio era conocido  de mi padre, más que conocidos, amigos, amigos de los de verdad, de los que a pesar de tener criterios distintos, se comprenden y se ayudan sin reproches. Se conocieron un año antes de estallar la guerra y aunque había una notable diferencia de edad entre los dos, Antonio casi podía ser su padre, conectaron desde el primer momento a pesar de que mi padre no terminaba de comulgar con el radicalismo más o menos acentuado de Antonio, aunque sí, con sus ideas, y le decía: "los ideales que proclamas son los míos, pero las formas no me parecen las adecuadas, hay que intentarlo por la vía del diálogo, los extremos nunca son buenos", a lo que el otro le contestaba: "desgraciadamente como tú dices, no hay nada que hacer, ¿no te das cuenta que nunca van a renunciar a sus privilegios por ese camino?"

Antonio era digamos el "cabecilla" o el "jefe" del grupo de activistas que iban de pueblo en pueblo, informando, aconsejando, arengando a los campesinos a despertar, a rebelarse contra las tiranías de los caciques, a luchar para conseguir una vida mejor para ellos y sus hijos, a no seguir quedándose de brazos cruzados ante tanta injusticia. Mi padre, hombre pacífico por naturaleza, nada dado a conflictos, con la certeza de que nunca llegarían a conseguir esas mejoras, con o sin violencia, con o sin huelgas, intentaba en esos mítines casi clandestinos en medio del campo, exponer su pensamiento aún a costa de ser criticado por los compañeros. Y es por ésto, por lo que atrajo la atención de Antonio hacia su persona,  y una vez terminadas sus exposiciones y como dos buenos compañeros, seguían hablando, el uno intentando convencer al otro y viceversa. Muchas veces terminada la jornada en el campo, subían a nuestra casa y con un vaso de vino en las manos, las charlas se prolongaban en el tiempo, profundizaban en sus teorías e ideales, y así, poco a poco, surgió una mutua admiración entre ambos, que con el tiempo dio paso a una gran amistad.

Al estallar la guerra el 18 de Julio de 1.936, y con ella el cáos y el miedo a las represalias, Antonio, como antes mencionaba, optó por huir como tantos otros. Salió de su casa en Alcalá, de madrugada, huyendo a pie por campos, pequeñas aldeas, veredas... con la única intención de alcanzar la sierra que separa la provincia de Sevilla con la de Málaga, en aquel momento, en manos todavía de los republicanos, sabía que solo se salvaría del pelotón de fusilamiento, llegando a dicha meta y se juró conseguirla, y así, pocos días después, llegó a mi pueblo.

Era de madrugada, cuando sentimos dos suaves golpes en nuestra puerta, mi padre se levantó alertado y nosotras, muertas de miedo, nos liamos en una manta, temiendo lo peor. Era él, estaba agotado, las fuerzas le fallaban, estaba hambriento,  los alimentos y el agua que había cogido en su huida se habían agotado, llevaba barba de dos o tres días y los pies reventados. Mi madre le puso de comer, mientras mi padre sentado a su lado, le escuchaba con atención. Se quedó aquella noche en mi casa, preparamos la cama que era de mi  hermano y una palangana de agua para que pudiera lavarse, mientras buscaba alguna ropa de mi padre para poder lavar la suya, !las cosas de la vida, los dos eran altos y delgados! por lo que no hubo problemas. Lo mantuvimos oculto todo el día siguiente, nadie podía enterarse que estábamos refugiando a un republicano perseguido, so pena de que no solo mi padre, sino también mi madre fueran detenidos. Esa madrugada, ya repuesto, con sus ropas lavadas y aseado, mi padre después de llenar su talega de alimentos, de lo poquito que en casa teníamos, salió con él. Ocultos en las sombras de la noche, y con mucho miedo en el cuerpo, se lanzaron hacia los arrabales del pueblo buscando la mayor soledad y oscuridad, y se dirigieron al campo, camino de los montes que le ofrecía la libertad. Intentó de todas las formas posible convencer a mi padre para que se fuera con él, le contó lo que ya había empezado a pasar en su pueblo, las detenciones, las represalias, pero mi padre firme en su forma de mirar las cosas, firme en su convencimiento de que nunca le pasaría nada, se negó. Le indicó el camino que tenía que seguir, le esperaba al menos un día o dos de andar por los bosques, pero siguiendo sus indicaciones no creía se pudiera perder. Se abrazaron conscientes de que quizás fuera la última vez que se veían, se desearon suerte y cuando ya el alba empezaba a despuntar, cada uno emprendió el camino que se habían trazado. El uno hacia la vida y la libertad, el otro, sin saberlo, hacia la muerte. Días después como ya te he contado, detuvieron y asesinaron a mi padre."  

  

sábado, 23 de noviembre de 2013

El amor...

En el año 48 mi héroe tenia ya 33 años y no había tenido tiempo, ni ganas, de pensar en novias. Cierto que antes de la guerra, conoció a una muchacha que le gustó, se ilusionó con  ella al principio, pero poco después tuvo claro que no era la mujer de su vida, que a pesar de que era guapa y sobre todo formal -,la principal cualidad que en aquellos tiempos se pedía a una mujer- no llegaba a sentir lo que creía tenía que ser, un sentimiento fuerte, un desear pasar la vida al lado de ella, tener hijos, compartir... Una vida que en su imaginación veía, llena de paz, de tranquilidad, de amor profundo y sereno. Una vida que sería quizás difícil, por la situación del país, pero llena. Después de tanta amargura, deseaba casarse, tener hijos, verlos crecer, rodearlos de cariño... junto a una mujer con los mismos deseos, que lo quisiera, que lo respetara, que lucharan juntos de la mano, por una vida mejor.

Y el amor llamó a su puerta, y como tantas veces había ocurrido en su vida, nuevamente el destino, volvió a hacer una carambola, para que pudiera encontrarse con la mujer que desde muy pequeño, había soñado.

" El negocio marchaba de maravilla, era para mí una ilusión inmensa levantarme todas las mañanas para ir a trabajar. Tenía que pelear mucho, era una lucha constante para conseguir beneficios, para atender los pagos a su tiempo, para conseguir mejores precios a los representantes, un pulso con la competencia, con los clientes para contentarlos, convencerlos, mimarlos, con la busca de nuevos productos... pero todo merecía la pena, cuando al finalizar la jornada, la venta había sido buena y comprobaba con el paso de las semanas, de los meses, que poquito a poco las ganancias eran mayores, que pagaba religiosamente a los proveedores y principalmente a Esteban, mi antiguo jefe, que podía permitirme algún que otro "capricho· y "regalos" para mi hermana y mi madre... y me hinchaba de satisfacción. Era feliz, la vida me sonreía y yo no dejaba de agradecerle constantemente, esa sonrisa después de tanta amargura."

Como decía al principio, ya había cumplido los 33 años y llegó a pensar que era difícil ya a su edad, encontrar una mujer que lo quisiera, que estuviera dispuesta a compartir su vida. Su físico se había deteriorado mucho en los años de guerra en Sierra Nevada, y aunque sus rasgos en general eran agradables, le faltaba su bonito pelo ondulado del que se había sentido tan orgulloso, era  bajito y una incipiente "curvita de la felicidad" empezaba a despuntar alrededor de la cintura. Todo ello hacía que aparentara más años de los que tenía, pero en contra de todo lo anterior, tenía un encanto innato que cuando se le trataba o conocía más a fondo, cautivaba. Tenía unos ojos negros pequeños, pero muy vivos, de los que se desprendían sobre todo alegría -la innata alegría de la familia- y ternura, todo lo miraba con cariño, con comprensión, con sinceridad. Su simpatía, su risa, su forma de hablar, ejercían un gran atractivo en los demás y principalmente su forma de llevar la vida, de la que sabía sacar siempre su lado más bonito y humano.. Y en contra de lo que pensaba, llegó lo que tanto anhelaba, la mujer que sería la madre de sus hijos y su compañera de viaje en esta vida.

"La conocí un domingo de primavera en Alcalá. Ese día, habíamos ido a visitar a la tía Conchita y después de almorzar y dadas las buenas circunstancias que en aquel momento vivía, me permití el lujo de invitar a toda la familia a merendar en la mejor cafetería del pueblo. Nos sentamos en un velador frente al paseo, el sol nos daba de pleno y el olor del azahar de los  naranjos de la plaza nos envolvía. Pedimos todo lo que se nos antojó: café con leche, chocolate a la taza, tortas de almendra, copitas de anís y las riquísimas biscotelas, que tan merecida fama tenían en el pueblo. Era una fiesta, allí estábamos juntos, hablando, riendo y dándonos un festín confitero sin precedentes, y, de pronto, la ví venir por el paseo y el corazón me dio un vuelco como nunca antes me había pasado, en ese momento sólo tenía ojos para ella y los demás sentidos parecían haberse volatilizado, ni escuchaba, ni hablaba, y el dulce que me llevaba a la boca se quedó a mitad de camino, pero la verdad es que no era para menos, hacía mi venía andando la que me pareció la mujer más guapa del mundo. Era alta, muy bien formada, el vestido se le balanceaba ritmicamente a cada paso que daba , y cuando la tuve más cerca y sin ella querer se cruzaron nuestras miradas, comprobé que era portadora de unos ojos inmensos, de color indefinido porque se teñían de un tono verdoso que nunca había visto. El pelo trigueño y una boca muy bonita que llevaba pintada de rojo. Fui el hazmerreir de la familia y me puse colorado como un tomate, pero en aquel momento me enamoré plenamente de esa mujer que veía por primera vez.

Ante mi asombro, mi hermana se levanto rapidamente del asiento y salió a su encuentro para saludarla. Resultó que vivía muy cerca de la casa de la tía Conchita y se conocían, aunque ella era algo mayor que Rosarito. La acercó a la mesa que ocupàbamos y yo quise en ese momento desaparecer, sabía que se me notaría a leguas el impacto que había ejercido sobre mi y no me encontraba capaz de enfrentarme a ella de cerca. Las piernas, las manos me temblaban y temí que cuando intentara hablar, la voz no me saldría de la garganta. Saludó a todos  que ante mi asombro, los conocía y cuando me llegó el turno y sujeté por un momento su mano, toda la desenvoltura que me caracterizaba, todo mi aplomo, desapareció para dar paso a un mutismo  que desconocía en mí. Cuando se alejó me contaron su historia. Vivía en la casa grande, la del portalón verde que miraba al puente, la que iniciaba el recorrido por la calle "estrecha" que llevaba a lo más alto del pueblo, allí donde se erguía el Castillo moro desde donde se divisaba el Parque de Oromana, y, como una serpiente serena y silenciosa, el cauce del Guadaíra, bañando su paisaje, y los molinos blancos salpicando sus orillas y los pinos pintando la tierra de todas las gamas de verde que los ojos puedan distinguir. Por otro lado, las canteras de albero, únicas en el mundo, con sus tonos ocres, dorados, que alfombran las plazas, las ferias, las calles, los parques y jardines de Andalucía y a lo lejos, casi perdida en el horizonte, Sevilla... Allí en aquella casa, con ventanas de rejas, con macetas, plantada en un ensanche de la calle, vivía ella, allí detrás de aquél portalón, llevaba su vida, junto a su madre, hermanos, abuelos, tíos, primos... en fin una gran familia, que luchaba por salir adelante después de una guerra, que para ellos también había sido especialmente cruel. Supe que su madre era una gran mujer que cosía para la calle, que era considerada una de las mejores modistas del pueblo, que le cosía a lo mejor de la sociedad alcalareña aún siendo mujer de un socialista encarcelado !que ya tenía que hacerlo bien! porque esa "mancha" no era de las que se perdonaban entre la gente "bien". Pero pudo más su buen hacer, su formalidad, sus ideas innovadoras en la moda, que todo lo demás,  y se corrió un tupido velo sobre su vida. Creó un taller de costura dónde acudían las mocitas a aprender y compaginaba enseñanza con encargos de todo tipo; vestidos, abrigos, chaquetones, trajes de novia, batones de cristianar, chaquetas de hombre, pantalones, americanas... en fin, su tarea durante el día y hasta muy entrada la noche, era coser y coser para atender las necesidades familiares. Mientras su hija, la mujer que me enamoró, se encargaba de la casa : lavar, planchar, limpiar, cocinar, cuidar de los abuelos y además antes del amanecer y para ayudar en la economía familiar, acudía a una de las muchas panaderías del pueblo a trabajar, amasaba y daba forma a la mísma para que después de pasar por el horno, salieran convertidas en bollos, vienas, teleras, roscas etc. crujientes, tiernas, esponjosas y humeantes con destino principalmente para Sevilla, que ya sabemos que el pan de Alcalá está considerado como uno de los mejores panes de España,  y que al pueblo se le conoce más como "Alcalá de los panaderos" que como "Alcalá de Guadaira".

Todo lo que me hablaban de ella era inmejorable, guapa, trabajadora, amante de su familia, y yo conforme avanzaba la conversación me iba sintiendo cada vez más pequeño, por momentos se iba diluyendo las escasas esperanzas que al principio tenía, me parecía demasiado "perfecta" para que se fijara en mí y para colmo y rematando tenía como pretendiente a un buen mozo, campesino él, con el que salía desde hacía meses. Pero, pasados esos primeros momentos de pesimismo,  pensé que nada se puede dar de antemano por perdido y que todo lo bueno cuesta conseguirlo, por lo tanto, el abatimiento que sentía, fue barrido por una oleada de optimismo, porque -pensé- que ella tenía que ser la futura madre de mis hijos, y era ella o ninguna. Así que, no sabía como, pero me propuse conquistarla."

Y lo consiguió. Todos los fines de semana, cogía la camioneta para el pueblo acompañado de su madre y hermana, con la consiguiente alegría de la tía Conchita, que todos los sábados por la mañana, arreglaba con esmero la alcoba dónde recien terminada la guerra, ocupaban los tres. Paseaba a lo largo de la calle, esperando en cualquier momento verla salir, hacerse el encontradizo, entablar cualquier tipo de conversación, aunque fuera la tan manida del tiempo. No le importaba que saliera con el campesino,  decía que, como en el reino animal, se trataba de una lucha de fuerza y seducción, y se la llevaría el que tuviera más capacidad, y él jugaba con la ventaja de que no podía haber otra mujer, que era la única que quería, cosa que dudaba que el otro pudiera sentir, al menos con la misma intensidad que él.

Un día fue un saludo mirándola a los ojos, otro una sonrisa, otro una pequeña charla intrascendente, otro información sobre el pueblo... y así poco a poco, entablaron una amistad, que con el transcurso de las semanas, fue arraigando y cuanto más la conocía, más se enamoraba y más ahinco ponía en su secreta lucha por conquistarla. Ella, fue casi sin darse cuenta, cayendo en sus redes, porque lo que al principio considero una bonita amistad, fue dando paso a un interés distinto y a un contar los días para que llegara la tarde del sábado. empezó a comparar y se dio cuenta de que aunque el muchacho con el que salía, era mas buen mozo, alto, fuerte y guapo, no la hacía vibrar como él. No tenía ni la simpatía, ni el aire de capital que tan valorado era en su pueblo, ni los detalles, ni el trato hacia ella, que se sentía como una reina, ni experimentaba esa emoción y ese afán de ponerse guapa, como cuando sabía que él paseaba por su calle esperando encontrarla. Y terminó `por aceptar que se había enamorado casi sin darse cuenta, de ese amigo que rondaba su puerta y que la miraba embelesado. No le importaba que fuera más bajito que ella, que pareciera mucho mayor a pesar de que sólo le llevaba cinco años, que sólo se vieran día y medio a la semana, nada le importaba, sólo quería estar con él y sabía, porque hay cosas que no hace falta que te las digan, que él estaba loco por ella.

Terminó con su novio y poco después, le dió el "sí" al que iba a ser el hombre de su vida.

Al principio de este capítulo, hacía un comentario, sobre las carambolas que el destino jugó para que mi héroe viviera la vida para la que estaba predestinado y cómo, todo lo que le fue aconteciendo, de alguna manera, estaba relacionado con hechos, personas, acontecimientos... todo, como ramas nacidas de un mismo tronco, de un mismo árbol y alimentadas de una  misma savia. Cada rama proyectando su dirección en el espacio, unas más fuertes que otras, más altas o más pequeñas, con más o menos frutos, con más o menos hojas, pero al final unidas en su origen.

Y explico:

Una vez declarado y aceptado el noviazgo por parte de las familias, es cuando se considera a la pareja novios "formales", que en aquellos tiempos equivalía a sellar un compromiso serio de boda, una entrada en las casas respectivas, así como una presentación de ambas familias, todo ello unido a un estrechamiento en las relaciones de las mísmas.

Una vez pasado todo lo exigido, mi héroe, estalló de felicidad, cuando se le consideró "novio formal" de la mujer que lo enamoró. Y llegaron las reuniones familiares, las salidas por el paseo agarrados del brazo, los planes de boda, el comienzo del ajuar, el trato con los respectivos hermanos y hermanas... y así de esa manera, avanzando en las buenas relaciones por ambas partes, llegaron las confidencias de los sufrimientos pasados en la guerra, de las penurias vividas, de los rechazos, de los estigmas... porque ambas familias estaban en el mismo bando y cada una había tenido su enorme ración de lo anteriormente dicho. Y después.. la sorpresa.       




domingo, 13 de octubre de 2013

Una nueva vida en la calle Feria

Si he dedicado dos capítulos a la posguerra, titulados "La bendita post-guerra" es porque para el protagonista de esta historia, fue bendita de verdad, fue como a contracorriente de lo que generalmente vivía el pueblo llano, etapa de carencias enormes, de hambre, de enfermedades, de persecuciones políticas, de venganzas personales... Para él fue un periodo de tranquilidad, paz y prosperidad..

Conectó  muy bien con su jefe, que más que jefe se convirtió en un gran amigo, un amigo que lo ayudó en todo lo que estuvo en sus manos para que fuera consiguiendo sus proyectos y sueños, ésto fue debido, en parte por agradecimiento al ponerlo en contacto con su viejo amigo Froilán, su benefactor, y en parte porque  encontró en él a una persona fiel y trabajadora, alegre y con un gancho extraordinario para atraer a la clientela.

Mi héroe lo llevó a ver a D. Froilán y según me contaba la escena fue estremecedora. Pasado el primer minuto de sorpresa, todo fue una gran explosión de sentimientos mutuos, lágrimas, abrazos, emoción... !cuanto amor compartido!, !cuanto cariño!, ¿cómo se puede sentir tanto entre dos personas que mantuvieron una amistad solamente de un año y poco más? ¿cómo a veces ese periodo relativamente corto en el tiempo, puede llegar a remover nuestro interior y  sacar desde los más hondo, todo lo bueno que cada uno de nosotros llevamos dentro? Yo creo que todo consiste en la entrega, en actuar dejando a un lado la semilla de egoismo que es innata en los seres humanos, cierto que unos en mayor o menor medida que otros, pero todos somos poseedores de ella. Si somos capaces de meternos en el problema de ese amigo, si somos capaces de, por un momento, ponernos en su "pellejo" y comprender, sentir, lo que esa persona está viviendo, o sufriendo, o gozando, -que no todo va a ser malo-, nos daremos cuenta de que todos  estamos hechos de la misma "pasta", que todos en algún momento de nuestras vidas, hemos pasado por situaciones similares, difíciles o fáciles y que tanto para lo uno como para lo otro, necesitamos compartir, necesitamos que nos ayuden , que estén a nuestro lado, necesitamos de esa persona que nos comprenda, que  nos escuche y trate por todos los medios de ayudarnos, de comprendernos y que comparta con nosotros tanto lo bueno como  lo malo. Así es como se forjan esos lazos sentimentales tan fuertes que hace que veamos su problema como nuestro y nos impliquemos todo lo posible en ayudar a solucionarlo, porque cuando el egoísmo se destierra, o se aparca, o se ignora, la generosidad hacia los demás fluye con fuerza.

"Le contamos a mi antiguo tutor, la historia de cómo nos habíamos conocido accidentalmente, de cómo por "casualidad" le enseñé la foto que él me había regalado, de la cara de sorpresa y alegría de Esteban cuando reconoció en ella a su viejo amigo, de cómo por dichas razones, decidió inmediatamente emplearme a su lado y cómo yo le había llevado hasta allí. El rostro de mi tutor era como un libro abierto, sin necesidad de palabras lo expresaba todo, conforme le iba explicando con detalle lo sucedido, ésta iba cambiando de la sorpresa a la extrañeza,  de la pena a la alegría, del llanto a la risa... Fue una de las tardes más bonitas de mi vida, era increible, pero allí estábamos, la vida se había confabulado con nosotros para que nos encontráramos y esos tres eslabones perdidos que éramos hacia poco, habían encajado en  su sitio dentro de la cadena de nuestras vidas, vidas que volvían a estar enlazadas, que ocupaban de nuevo su sitio, que la guerra en su locura, había desperdigado. No dio tiempo a muchas reuniones iguales, aunque sí las hubo, pero desgraciadamente, D. Froilán murió, no sin antes tranquilizar a Esteban respecto a la deuda que tenían contraída, deuda que para él nunca  fue tal, y así se lo volvió a repetir. solamente nos  pidió que nunca rompiéramos esa amistad,  que por algo la vida nos había unido. Y así fue, hasta la muerte de Esteban muchos años después, no dejamos de estar siempre en contacto.

Y llegó mi época dorada, una época colmada de trabajo, una época en la que en parte conseguí mis sueños de juventud aunque faltara la presencia de mi padre. Alquilé dos habitaciones en una casa de vecinos de la misma calle Feria, suficiente para los tres y me traje de Alcalá a mi madre y a mi hermana, no sin antes conformar a la tita Conchita, con todos los argumentos habidos y por haber, en cuanto a la separación, "que si estábamos a dos pasos, que si todos los domingos los pasaríamos juntos, unas veces en el pueblo, otras en la capital, que si Juanito tendría su casa allí cuando tuviera que venir a Sevilla a estudiar...", en fin, al final se conformó y todo lo prometido, todo,  se llevó a efecto, porque ella y su hijo ya eran para nosotros como una madre y un hermano más, nunca, nunca volvimos a separarnos.

La vida quiso recompensarnos por tantos años de sufrimiento y fuimos muy felices. Era una felicidad, reposada, tranquila, una felicidad basada solamente en disfrutar con intensidad de la vida juntos. No eran tiempos de lujos, ni de derroches, ni de viajes y consumos, que al fin y al cabo a eso no se le llamar felicidad, son simplemente, momentos en los que se pasa bien y nada mas. Para mí la felicidad auténtica es, era en aquellos momentos, mi trabajo, poder aportar entre los tres lo necesario para el sustento diario, el pago del alquiler y poquísimo más, si acaso, un vestido nuevo al año para estrenar en Semana Santa, algunas salidas al cine, el "lujo" de una paletilla de jamón, que mi jefe me vendía a precio de costo, por Navidad o una cerveza fresquita en un velador acompañada de un cartucho de patatas fritas, alguna (muy pocas) que otra noche de verano. Pero lo poquito que nos podíamos permitir lo disfrutábamos al máximo, sabíamos saborearlo con deleite, el resto del año nos bastaba con tener trabajo. Mi hermana se coloco sirviendo en casa de una familia acomodada y mi madre se ocupaba de las labores de la casa. !Era tan bonito comer juntos!, saborear los guisos de mi madre, reir a pleno pulmón con las anécdotas que mi hermana contaba día tras día, de su estancia en la casa "rica" como ella decía, escuchar de nuevo la voz de mi madre cantando mientras recogía los cacharros... y por las noches, las reuniones en el patio de la casa con los demás vecinos, dónde cada cual aportaba su "mijita" de saber, de humor, sus venturas y desventuras, los juegos de los niños alrededor, los comentarios políticos en voz baja, que las paredes oyen, las discusiones futbolísticas entre los partidarios del Sevilla y los del Betis, las cadenetas que entre todos confeccionábamos para dar al patio el toque de Feria y no había disponible para pisarla, los olores a torrijas y a pestiños que las marías elaboraban en la cocina comunitaria en Semana Santa, las cruces de mayo, que los niños sacaban, los villancicos que cantábamos a coro el día de Nochebuena, acompañados de todos los instrumentos caseros que teníamos a mano y las copitas de anís y coñac comiéndonos los polvorones y los mantecados que entre todos aportábamos. Mis historias y relatos unas veces verdaderas, otras inventadas sobre la marcha, que encandilaban al personal sentados a mi alrededor en las sillitas de enea, y... tantas y tantas vivencias, sencillas, simples, cálidas y cercanas. Esa era, nada más y nada menos mi felicidad y la de los míos, vivir, o mejor, sobrevivir en paz, rodeado de gente querida, de gente como tú, con sus penas y sus alegrías ¿puede haber otra felicidad mejor?

Con el paso de los años,-estábamos ya en la recta final de los cuarenta-, conseguí al fin mi sueño. La charcutería más bonita del mundo, la que mimaba con esmero, la que hacía esquina en una de las plazas de abastos, con más "solera" de Sevilla, la que se "caía" cargadita de los mejores productos procedentes de la sierra, de Jabugo, de El Pedroso, de Aracena...! por fin! me pertenecía. Corría el año 48, cuando Esteban, mi jefe, me comunicó que estaba cansado, que los años empezaban a pesarle, que sus hijas a Dios gracias, habían hecho muy buenos casamientos y que ya era hora de empezar a disfrutar con tranquilidad de la vida, de su familia y principalmente de sus nietos, sin estar sometido a ninguna presión de trabajo y horarios. Durante los últimos años y gracias a las buenas ventas del negocio, había sido capaz de juntar unos ahorrillos con los que poder vivir, humildemente, pero vivir y quería aprovechar el tiempo que le pudiera quedar de vida. Así que, como le prometió a D. Froilán, si yo aceptaba, me traspasaba el "puesto", que no tenía que preocuparme por pagar ningún tipo de traspaso, me lo dejaba gratis, consideraba que el dinero que le debía a su amigo, que por fallecimiento no le podía devolver, me lo regalaba a mí traducido en pago del mencionado traspaso, sabía que era lo que a él le hubiera gustado, sólo tenía que pagarle mensualmente en concepto de alquiler, una cantidad, que yo conociendo, como conocía el negocio, era totalmente viable de liquidar.

Me faltaban palabras, no sabía como agradecerle el enorme gesto de generosidad que tuvo no sólo conmigo sino con D. Froilán aún estando muerto y le prometí que nunca, que jamás, le defraudaría y que el primer dinero que todos los meses, ganara, sería para pagarle. Y como decía, me vi de la noche a la mañana, con un maravilloso negocio que regentar, a lo que no temía porque me consideraba capacitado para ello, con una madre y una hermana sobre las que recaía todos los frutos de mi trabajo, y un futuro que se me presentaba más que esperanzador. Revivía continuamente, aquel especial momento en el que una noche de primavera, sentado a la orilla de un camino del pueblo junto a mi padre, le prometí que si alguna vez a él le pasaba algo, lucharía con uñas y dientes por las dos, para que no les faltara nada y ahora el orgullo me rebosaba porque la promesa se había cumplido.



  

miércoles, 2 de octubre de 2013

"Mi héroe" La bendita post-guerra II

 Pienso que en esta vida, todos estamos conectados, somos eslabones de una misma cadena, estamos creados de la misma energía y es esa energía, la que nos atrae los unos a los otros, de manera, que si sabemos o aprendemos a dejarnos guiar por lo  que nuestro corazón o nuestra voz interior nos dice, si dejamos que la vida con sus señales nos hable, nos avise, nos prevenga. todo  termina acoplándose, encajando, todo se va poniendo en orden y en su sitio y aquello que en un momento determinado nos pareció descabellado, imposible, extraordinario... se realiza y se realiza, no precisamente gracias a  la casualidad sino a la fe que llega desde el interior. La casualidad, a mi parecer no existe, todo, todo, tiene un motivo, un por qué, un fin y el tiempo termina dando la razón, porque, "aquello ocurrió para que ahora pueda ocurrir ésto". Rememorando esta historia, escribiéndola, meditándola, me doy cuenta de que su vida está llena de "casualidades" y de "conexiones", una mezcla de acontecimientos que terminan acoplándose para formar el puzzle de la vida de mi héroe. 

Mi héroe empezó a trabajar con la mayor ilusión del mundo. Había conseguido un medio de vida, y aunque con el sueldo que ganaba bien pocas cosas podía hacer, salvo comer y poco más, estaba feliz , tenía todas las esperanzas puestas en esa charcutería, para él la más bonita que nunca había visto, además estaba situada en el entorno que más le gustaba de Sevilla, el barrio de la Macarena y el que mejor conocía, ya que la tienda de D. Froilán  estaba ubicada en el mismo barrio, no demasiado lejos de la calle Feria y de su mercado de abastos. Al principio, era imposible plantearse una vivienda en Sevilla, para él, madre y hermana, pero calculaba que ahorrando un poco entre los tres, no tardarían mucho en conseguirlo.

" Rozaban las seis y media de la mañana del primer día de trabajo, cuando llegué a las puertas del mercado, sabía que era demasiado temprano, el dueño me había citado a las siete de la mañana, pero la impaciencia, el nerviosismo, las ganas de trabajar, no me dejaron pegar ojo aquella noche y mucho antes de que sonara el despertador ya me había lavado, afeitado, vestido y peinado los pocos pelos que me iban  quedando. Envolví el "mandil y un bocadillo en papel de periódico y salí sin hacer ruido a la calle. La primera camioneta que salía para Sevilla, lo hacía a las cinco y cuarto y  a las seis llegaba al Prado de San Sebastián. Desde allí me fui  andando hasta la calle Feria. 

Aún tan temprano el movimiento de carros, motocarros, carrillos... era continuo, era el momento de la entrada de mercancías: carros tirados por mulos o borricos provistos de angarillas, iban llegando arreados por sus dueños. Llegaban cargados de la mayor variedad de frutas y verduras del tiempo, algunos directamente de las huertas que rodeaban la capital, otros de las cuartelás dónde almacenaban las que provenían de provincias colindantes o más lejanas. Motocarros abriéndose paso a través de los animales que protestaban con rebuznos, de los mozos carretilla en mano que descargaban en medio de la calle, de los perros callejeros que ladraban corriendo tras ellos alertados por los ruidos de los motores. Iban repletos de cajas de madera llenas de pescado, de gambas, de calamares... dispuestas para la venta. Los carrillos de la carne, reses abiertas en canal goteando sangre, gallinas aún sin desplumar, costillares y carne de cerdo, conejos de caza y liebres sin desnudar, sangre de pollo cocida... era un espectáculo presenciar todo ese vaivén de personas trabajando, descargando, que entraban y salían apresuradas de la "plaza". El caos en la puerta, los olores, los ruidos, las voces... y el amanecer que despejaba con rapidez la penumbra de la madrugada y de las pocas farolas, para dar paso a la claridad del dia. !Cuanta importancia le daba a todo! !Que bonito era ver y saborear la vida, después de tres años de soledad, angustia y frío!

Mi jefe llegó poco después y se asombró de verme tan temprano allí, plantado junto a su puesto, con el mandil en la mano presto para ponérmelo. El hombre serio de otras ocasiones había dado paso a otro cordial, sonriente y hablador. Me estrechó la mano, me dijo que se llamaba Esteban y que no le gustaba ser jefe, quizás por ese motivo nunca había pensado en emplear a nadie, aunque era bien cierto que cada vez le costaba más esfuerzo llevar sólo la charcutería, afortunadamente. Con ello pretendía decirme, que quería que trabajáramos de tú a tú, quería que tuviéramos la confianza mutua suficiente para que cada uno de nosotros, desarrollara bien y con tranquilidad su trabajo, que dadas las circunstancias actuales que se vivían, los beneficios no eran muy cuantiosos, la gente estaba muy necesitada, razón por la que el jornal de momento era "justito", pero me prometía que en cuanto las cosas empezaran a mejorar, lo iría incrementando. Imaginaba, mejor dicho sabía, que había sido enseñado en el oficio  por D. Froilán y por eso se había decidido a contratarme, porque al lado de él seguro que había aprendido lo mejor, tanto en lo profesional como en lo personal y para él, era esa la mejor referencia que podía tener de mí. Aparte de ello me informó que ya desde antes de conocerme, sabía de mi existencia, de los años pasados junto a D. Froilán y de su proyecto de dejarme a mí la riendas del negocio. Y así charlando, mientras montábamos el puesto antes de que empezara a llegar la clientela, me contó, lo que yo estaba deseando saber, ¿de que conocía a mi tutor? ¿que lazos lo unían a él? y por que sin pensárselo dos veces, me había empleado. Y, empezó a contarme:

- Mediaba la guerra, era el año 37, y las cosas me iban bastante mal, apenas ganaba para pagar a los proveedores y vivir con muchas estrecheces, pero no me quejaba, me sentía afortunado, porque a mí por la edad, pasaba ya los cuarenta y ocho, no me habían reclutado y ahora sí daba gracias a Dios, por no haberme dado un hijo varón -tengo dos hembras- aunque tanto lo había deseado, imaginaba lo duro que tenía que ser para un padre, ver como a su hijo se lo llevan a la guerra. Así  pasaba el día a día como iba pudiendo, siempre rogando para que esa maldita guerra terminara pronto. Hasta que un día apareció él por aquí. Era invierno, porque recuerdo que traía puesto un abrigo gris por el que asomaba un camisón blanco y una corbata de rayas, su cabeza estaba tocada por una mascota del mismo color , peinaba canas y su andar era algo encorvado, calculé que pasaría de los sesenta. Saludó muy educadamente y me compró un papel de jamón, según sus palabras "del mas bueno que tuviera",  me pagó con una sonrisa y se marchó. Esta visita se empezó a repetir casi a diario, siempre en busca de su papelito de jamón del "bueno". Como ya sabes, los que trabajamos detrás de un mostrador, llegamos a ser con el tiempo, amigos, oyentes, consejeros, confidentes y hasta -aunque parezca una exageración- diría que confesores,  de una gran parte de la clientela, la gente está deseosa de hablar, de desahogarse, de sentir que son comprendidos y en cierta medida aconsejados, y así, poco a poco, con el paso de los días,  me fui enterando de las circunstancias y de la vida que vivía Froilán. 

Me contó que era dueño de una tienda de ultramarinos y charcutería no demasiado lejos de allí, pero que debido a la enfermedad de su mujer, a su edad algo avanzada,  a la falta de descendencia y a los caprichos del destino, en la actualidad la regentaba un sobrino de su mujer, con el que no simpatizaba demasiado. No era esa su intención, nunca entró en sus planes dejársela a él, intuía que no colmaría sus espectativas y no se equivocó, resultó un fiasco del que siempre se arrepentiría, pero, por otro lado no tenía alternativas. Antes de que estallara la Guerra Civil, tanto su mujer como él, viendo que se acercaba la vejez, que estaban cansado de trabajar, que tenían ahorros suficientes para vivir, decidieron que la persona que mejor llevaría el mando del negocio, el que les sería más fiel y nunca les engañaría, el que siempre estaría a su lado hasta que Dios los recogiera,  no podía ser otro, que el muchacho que desde los 12 años vivió con ellos aprendiendo el oficio, que estuvo en su casa nueve años largos. Pero se truncó al estallar la guerra e incorporarse al frente.  

Así me fue desgranando gran parte de su vida,  una veces a pie de mostrador, cuando escaseaba la venta, otras, me esperaba hasta el cierrre  e invitándome a un "chato" fue haciéndome partícipe de sus temores y preocupaciones, yo intentaba animarlo de la mejor manera, le aconsejaba en la medida que podía sobre su trato con el sobrino, que buscara la concordia, -le decía- y evitara el enfrentamiento entre ambos, porque deducía que él y su esposa podrían ser los más perjudicados en una situación difícil de entendimiento. A la vez, yo también empecé, como hacen los verdaderos amigos, a desahogarme, a echar para afuera mis miedos e inquietudes, esperando ese bálsamo consolador que sólo un buen amigo, un amigo de verdad, sabe dar en los momentos difíciles. Me enteré como poco a poco, Fernando, que así se llama el pariente, se fue haciendo  dueño de todo, cómo sus ahorros menguaban, cómo se despreocupaban de atenderlos, sobre todo a su tía enferma y como su tienda, su trabajo de toda la vida, era mal atendida, y todo este conjunto de cosas, lo estaban llevando a una situación límite. Hasta que llegó el día en que Encarna, no quiso vivir más, la enfermedad y el sufrimiento se la llevaron y con ella también voló, el corazón y la ilusión de él. Se encontró perdido, se sentaba a mi lado y lloraba recordándola, no sabía vivir si ella, su vida siempre había girado a su alrededor, pero  el último año lo marcaron intensamente. El se ocupaba de todo, todo lo que se puede hacer por un ser querido que no puede valerse por sí mismo: los baños calentitos para que estuviera aseada, su papelito de jamón -que me compraba a mí porque el sobrino, no traía jamones de calidad- que tanto le gustaba, los ratos en la cocina preparando sus platos favoritos, las escuchas en la radio sentado al lado de la cama, los rezos acostados mano sobre mano y el peinado y los polvos talcos para que no se "picara" y... tantas y tantas cosas que ya se habían acabado, ahora, no tenía nada que hacer, la casa se le caía encima y el silencio lo llenaba todo. No era capaz de encender la radio, casi no entraba en la cocina y, cuando llegaba la noche, lo esperaba una cama, su cama vacía y fría en la que sin ella era imposible dormir. Intentaba animarle con mis palabras, le instaba a que te escribiese, pero se negaba, le daba miedo a no recibir contestación temiendo lo peor y además no quería preocuparte. Le llegué a ofrecer mi casa, -ya casi vacía por el casamiento de mis hijas-, allí estaría a gusto, se sentiría acompañado, le cuidariámos cuando le hiciera falta, pero como ya imaginaba se negó a ser ninguna "carga" aunque sus ojos le brillaban por la emoción y las lágrimas resbalaban por su cara. Todo fue inútil, se metió en un hoyo del que ni siquiera hacía un esfuerzo por salir, porque estaba perdido y prefería seguir metido en ese hoyo, antes que salir a un mundo que no le gustaba, ni creía que hubiera ya, sitio para él.

Mientras que todo esto sucedía, mi situación empeoraba por momentos, apenas vendía, la gente no tenía dinero y el poco que tenía lo gastaban como es natural en alimentos básicos: leche, garbanzos, aceite, azucar... los proveedores se me echaron encima reclamando facturas impagadas y no veía más salida que vender, vender mi puesto, mi pequeña propiedad dentro del mercado, que tanto esfuerzo me había costado conseguir y vivir de esa venta hasta que -!Dios lo quisiera!- pudiera encontrar un trabajo de dependiente o de lo que fuera. Le conté mis penas, las situación límite que vivía y fue lo único que lo hizo reaccionar, me animó, me dijo que nunca en la vida había que darlo todo por perdido, sobre todo yo que tenía la fortuna de contar con la compañía de mi mujer y de mis hijas y de ese nietecito/a que estaba en camino, que él estaba solo, pero yo tenía lo más preciado que un hombre puede tener, una familia unida, y por esa familia había que luchar con uñas y dientes. Al día siguiente me puso en las manos una cartera, mientras decía: "Eres el único amigo que tengo, amigo de verdad, el único que se ha  preocupado por mi bienestar y algo que jamás podré olvidar, tu ofrecimiento de vivir en tu casa, deja que yo te corresponda en la misma medida, deja que aunque por ultima vez pues sé me queda poco de vida, pueda demostrarte, mi cariño y mi gratitud. Coge este dinero que te doy, es lo único que me queda de mis ahorros, con él espero puedas hacer frente a las deudas y vivir hasta que la guerra termine y la situación se normalice, yo ya no lo necesito y antes de que se lo coma Fernando, quiero que lo tengas tú que te hace más falta. Antes de decirme que no, piensa en tu mujer, en lo que vas a tirar por la borda, ¿dónde vas a encontrar otro trabajo?  y sin contar con que puedas vender, que hoy por hoy lo veo muy difícil a no ser que lo des por tres "perras gordas" y sería una necedad malvender un negocio por un precio irrisorio que no te solucionaría casi nada. No me lo podía creer, allí delante de mí había una persona a la que apenas hacía un año que conocía, que desinteresadamente me ponía en mis manos lo único que le quedaba en la vida, un dinero que le aseguraba la vejez y rompí a llorar de emoción de cariño, de ternura... acepté. Acepté porque no me quedaba otra y los argumentos esgrimidos eran la pura realidad, pero eso sí a cambio de tanta generosidad, conseguí que me diera su palabra de que se trataba de un préstamo, un préstamo que yo le devolvería sin límite de tiempo, como fuera pudiendo, pero sería devuelto. Nos abrazamos como si fuéramos hermanos, para mí lo era. En la cartera y en billetes de 1.000 ptas. había una cantidad para mí vertiginosa, y que me alcanzaba para pagar mis deudas y vivir mientras el negocio empezara a dar beneficios.

A los pocos meses, dejó de venir a verme. El primer día pense que estaría enfermo, pero después conforme los días iban pasando y su ausencia persistía, mi preocupación fue aumentando, no era normal que no apareciera y menos aún que no tuviera noticias de él, mientras trabajaba no dejaba de mirar hacia la entrada con la ilusión de verlo aparecer en cualquier momento, pero no, la ilusión se desvanecía y el desasosiego era cada vez mayor, para colmo después de tantos días juntos, de tantas vivencias en compañía, de tanto cariño, nunca me había dado por preguntarle dónde vivía, dónde estaba su tienda. Pero cuando algo importa de verdad y se tiene fe en conseguirlo, se consigue. Indagué, pregunté a clientes, a personas, anduve todas las calles en un amplio radio de manzanas, miré casa por casa... hasta que lo encontré, encontré su tienda, su hogar, pero no lo encontré a él. Ya no estaba allí, ya no vivía allí. Según me dijo su sobrino enfermó de gravedad y ante el poco tiempo de que disponía para atenderle, y la falta de recursos económicos, fue acogido en un asilo dónde continuaba. No quiso darme más explicaciones, porque, según él, su tío le pidió que si alguien aparecía preguntando por él, no le dijera donde se encontraba. No me extrañó, conociéndolo como le conocía, imaginé que quiso desvincularse de mí para que no intentara llevármelo a mi casa, y desde luego para no darme la oportunidad de devolverle el dinero, para mí prestado, para él regalado.

Y eso es todo, desde entonces he seguido buscándolo, mi mujer y yo estamos dispuestos a cuidarlo en nuestra casa, dónde no le faltaría de nada, pero ha sido imposible. Por eso, ayer, cuando me enseñastes el retrato y supe que era Froilán, aunque mucho más joven,  cambié de parecer tan rapidamente por dos motivos principales, primero, con la esperanza de que tú puedas guiarme hasta él y segundo porque sé del cariño tan grande que te tenía y lo bien que te portaste con ellos y es como una forma de agradecer lo que hizo por mí. 

Conforme me hablaba mientras trabajábamos,  había momentos en los que era inevitable para ambos, pararnos, mirarnos a los ojos, ojos en los que las lágrimas luchaban por salir, yo en silencio volvía a la tarea mientras seguía escuchando y de ese modo dejaba que esas lágrimas corrieran en libertad por mis mejillas. Le di las gracias por partida doble, por él y por mí y sin apenas voz, porque un nudo apretaba con fuerza mi garganta, le dije: "Yo sé dónde está, cuando quieras vamos a verlo".